De la plática imaginaria entre Nemesio García Naranjo y don Benito Pablo Juárez García, continuamos con esta tercera parte de cinco.
Continúa hablando Benito Juárez---
Yo Benito, quiero que sepan que mi carácter no fue un bloque inmenso de granito que incrusta Dios en una montaña, no, mi formación fue la de todos los seres humanos formada por infinidad de terrones de diferentes lugares, colocados unos junto de otros, unos más débiles otros más recios. Hoy me sentí con miedo, un medio terrible cuando vi que el pueblo me abandonaba, comprendí que mis amigos me habían engañado.
El pueblo no podía olvidar 300 años de cultura católica y de unidad con la Iglesia. Nuevamente trate de dominar otra pasión mía la ira, pero el asunto no tenía remedio, pero no se me atribuya, como se ha querido decir por mis propios apologistas, que fui ídolo de las masas, al contrario, se me odio y no por dejar de ser hombre, sino por haberme rodeado de hombres que no fueron sinceros ni consigo mismos, ni con su patria ni conmigo, a quien habían puesto como punta de lanza de sus propias ambiciones.
Y ahora les digo la guerra de reforma fue obra de hombres y no de semi –dioses, como la presentan los biógrafos de mi nombre, vencí pero ese triunfo debía haber quedado allá en la historia cuando mis enemigos murieron, pero mis llamados amigos han seguido revolviendo las cenizas del odio que debía de haber quedaba enterrado en la tumba de mis enemigos, los actuales dizque amigos y defensores de mi nombre son los que han motivado el resurgimiento del odio y división que existe en México y a mí por desgracia me han puesto como bandera de ellos.
Ya el viejo partido conservador se sometió durante el periodo de Porfirio Díaz a gran parte de la constitución de1857. El propio Vaticano ha sugerido la convivencia de la separación de la Iglesia y del Estado mediante un concordato en todas las naciones civilizadas. Y todavía en México ms gratuitos defensores siguen poniéndome en la picota, con ideas y principios pasados de moda.
La bandera del neoliberalismo del siglo pasado, ha pasado a la historia sus principios ni siquiera se mencionan, pero eso se me sigue mencionando a mí para remover las cenizas de odios y dividir más y más a México.
Ya estoy hastiado de mi prestigio de bronce y piedra, estoy asqueado de los discursos llenos de falsas leyendas que cuentan al pueblo mis defensores y me convierten en un ídolo sin corazón y alma (Continuara)