El suicidio es el acto de quitarse la vida de manera voluntaria e intervienen tanto pensamientos suicidas (ideación suicida) como el acto mismo. La OMS señala que su prevalencia y los métodos utilizados dependen de cada país. Además, es importante considerar que la conducta suicida considera múltiples factores, incluyendo los medioambientales, los genéticos, psicológicos, sociales y culturales, entre los cuales sobresalen aquellos derivados de la salud mental (trastornos de ansiedad y depresión, uso de sustancias, etc.), así como el contexto en el que la persona se desarrolla, ya que influyen sobremanera las condiciones económicas y familiares (estilos de crianza por ejemplo) así como la personalidad.
En México, de 1970 a 2007 el suicidio aumentó un 275%, también se reportó que 6 601 210 mexicanos manifestaron ideaciones suicidas y 593 600 intentaron suicidarse. Según datos del INEGI, en 2020, se presentaron 7 818 muertes por suicidio, siendo en su mayoría hombres y es el grupo de población de 18 a 29 años quien presenta la tasa de suicidio más alta: 10.7 decesos por cada 100 000 personas; seguido del grupo de 30 a 59 años, con 7.4 fallecimientos por cada cien mil habitantes. Además, la ideación suicida como tal, está más presente en mujeres de 50 a 59 años, seguidas por niñas y adolescentes de 10 a 19 años y luego mujeres de 40 a 49 años; mientras que en hombres, se presenta más comúnmente en la población de entre 40 y 49 años, seguidos por los que tienen 30 a 39 años.
A nivel global, el suicidio se encuentra entre las tres principales causas de muerte en personas de 15 a 34 años de edad, representando una problemática en población adolescente. Dicho grupo etario se considera de los más vulnerables, ya que es en esta etapa cuando se desarrolla la identidad y personalidad del individuo y cualquier acontecimiento negativo que exista en su desarrollo puede generar en la persona situaciones de riesgo a corto, mediano y largo plazo, como el abuso de sustancias, el abandono de estudios, tendencias al vandalismo, autolesiones, etc., que al mismo tiempo influyen en las conductas suicidas. Algunos acontecimientos negativos son: el vivir dentro de familias disfuncionales que experimenten violencia doméstica, el acoso escolar (bullying), el sufrir abuso (sexual, físico y/o psicológico), la negligencia parental y/o abandono, etc. Estos factores influyen en una baja autoestima en el adolescente que los vive y al mismo tiempo puede generar en estos ideaciones e intentos suicidas, que de cierta manera, si sobreviven, pueden traer consecuencias para su vida adulta.
Es importante señalar que quienes intentan quitarse la vida manifiestan pensamientos negativos recurrentes, mismos que se traducen en un sufrimiento constante pero al mismo tiempo, es relativamente normal que las personas experimenten este tipo de ideas intrusivas (“no valgo nada”, “todos estarían mejor sin mí”…), por ello hay que prestar atención a cuándo estos pensamientos se podrían traducir a intentos suicidas.
Actualmente, se sabe que en muchos casos quienes atentan contra su propia existencia no es porque quieran acabar con su vida, sino que desean terminar con el sufrimiento que en ellos persiste.
Hoy en día se puede recibir ayuda, no se está solo en este proceso.
Se puede buscar apoyo médico y psicológico.
Para emergencias, se puede llamar a:
Línea de la Vida: 800 911 2000