En 1896 el General Porfirio Díaz, siendo presidente de México, ordeno retirar de la parroquia de Dolores la campana de la independencia, para que esta fuera trasladada como reliquia de la patria a la capital del país, dando un nuevo toque de patriotismo a la fiesta de Independencia, cuya celebración cumple 127 años de instaurada en palacio nacional.

La campana no fue tocada por don Miguel Hidalgo sino por el acolito encargado del campanario en 1810.

La campana, ya en Palacio Nacional, se colocó junto con el cordel cerca del balcón presidencial, lo que dio inicio a una tradición dentro de la ceremonia que se sigue haciendo desde hace 127 años.

En este lapso, no ha importado si los presidentes son de izquierda o derecha, conservadores o liberales.

Hace 127 años que todos celebramos, que todos somos mexicanos y mexicanas sin importar ideologías porque amamos a México.

Algo que precedió a los festejos fue la jura de bandera que se efectuó el día 14 de septiembre por la mañana en el Paseo de la Reforma y en atención a que los batallones 21 y 25 de infantería habían cumplido los diez años que la ordenanza previene para el uso de su bandera.

Crónicas de la época refieren:

“Frente a muchos jefes y oficiales que iban acompañando al presidente, este se presentó en uniforme y en carruaje abierto, acompañado del Secretario de Guerra y Marina, General Escobedo invitado especial.

Llegada la comitiva el General Cueto, Jefe de Batallón, despidió la bandera usada para enseguida entregar la bandera nueva por el General Díaz, ésta conforme a nuevo decreto es cuadrada noventa centímetros por lado, de seda y con el escudo mexicano.

El 15 de septiembre de 1896 a las 8 de la noche, el Zócalo mostraba una nueva iluminación consistente en estrellas multicolores, portadas y arcos con haces de luz.

A las 10 de la noche reuniéronse en la avenida Juárez más de 2,000 hombres de la clase trabajadora los cuales recorrieron la avenida con antorchas, faroles y estandartes, llegando cerca de las 11 a en un extremo de la plaza de la Constitución; la multitud era enorme y llenaba la plaza.

A las 11 de la noche en el balcón hermosamente decorado con la campana de Dolores ya instalada, apareció el señor Presidente acompañado de sus Secretarios de Estado, y una gran comitiva del Ayuntamiento. Como por encanto cesaron los murmullos y con un solemne silencio el señor General Díaz, tremolando la bandera nacional hizo sonar el histórico bronce, sonido al cual siguieron vítores, fuegos pirotécnicos, soltaron globos y continuo con el repique general de campanas de la catedral y diseminada por las calles la multitud entusiasmada continuó el jolgorio”.

Así dio el inicio la tradición de dar el grito de independencia en los balcones presidenciales de los gobiernos estales, municipales, y en el palacio nacional.