Durante la invasión filibustera a la Baja California en 1911, en un paupérrimo cuartucho de un hotel en el puerto de San Diego California Estados Unidos, varios hombres hablaban en voz baja, pero con viveza y ardor. Todos ellos miembros de la junta organizadora de la sociedad “Defensores de la Integridad Nacional” Entre la concurrencia se encontraba está heroica mujer a quien se la concedió el uso de la palabra: ¿Qué quiere esta señora? , ¿Quién es?, ¿Qué irá a decir?, SILENCIO grito alguien… déjenla hablar.
Doña Blasa, excelente madre nativa de Baja California, que en su vida soñara con andanzas de tribuna empezó hablar, inmediatamente se notó que la tribuna no la intimidaba. Aparecía serena pero seguramente su espíritu le revoloteaba y se encontraba agitado como barco en tempestad y directamente fue al grano de la plática “¿Sabéis como ocurrió la toma de Tijuana”? Yo voy a decirlo.
Y comenzó a explicarlo como fueron ultrajadas las insignias, las banderas, materialmente parecía que las estuviera mirando, y acariciaba la bandera con maternal delicadeza.
Doña Blasa con voz potente dijo su odio al Yanqui ¿“Porque permitís que estos hombres profanen el suelo y los hogares de la Baja California?”. Los gringos están matando, están robando, ¿No les indigna eso? Las criaturas están quedando en la orfandad y en la miseria; ¿No hay quien las defienda? Los cadáveres mismos han sido ultrajados se les arroja a estas tierras para que sirvan de burla. Dios mío exclamo con los brazos abiertos y mirando al cielo pidió: Dios mío mueve los corazones de hombres y mujeres honrados, para que castiguen estos crímenes. Volviéndose al público les dijo “Si ustedes no van a cumplir con su deber; si en ustedes ha muerto el sentimiento de la Patria; si ustedes no quieren ser mexicanos; si se les ha agotado la vergüenza, aquí estamos las mujeres que sabremos hacerlo”. Concluyo señalando con índice enérgico hacia México, hacia Tijuana, con estas palabras “ Id y cumplir con vuestro deber no seáis cobardes”.
En un solo movimiento todos los concurrentes se pusieron de pie y de todas las gargantas broto un grito, desafiante y ardoroso VIVA MEXICO, VIVA BAJA CALIFORNIA.
Doña Blasa en cortísimas frases exhorto a las mujeres mexicanas a marchar a Baja California para servir de enfermeras a los heridos. Como es preciso dar ejemplo dijo Doña Blasa “estamos listas mi hija y Yo”.
Así paso a formar parte de la Sociedad de los Defensores de la Integridad Nacional, cuya membresía contribuyo con sangre y pérdidas de vidas hasta lograr el completo exterminio de las hordas filibusteras que se habían apoderado de las plazas de Mexicali, Tecate, Tijuana y de la mayoría de las delegaciones municipales, con excepción de la ciudad de Ensenada cuyos habitantes demostraron un alto grado de patriotismo en contra William Stan, Simons Berthold, Carl Prucew, Jack Mosby y otra docena de Estadounidenses al grito de “ LA BAJA CALIFORNIA ES UNA NECESIDAD PARA LOS ESTADOS UNIDOS Y PARA MEXICO NUESTRO ORGULLO Y NUESTRA TIERRA”
Tomado de Sucesos y hechos, 1958, escrito de Julio Dunn Legaspy; Recopilado por José Luis Fernández Ruiz