En los tiempos de la explotación de las minas del Valle de Santa Clara creció la demanda de artículos generales, de construcción, de vivienda y de consumo. Solamente en el área de El Álamo, llego a existir una población superior al millar de habitantes. La gran mayoría de los artículos necesitados en esos lugares eran transportados por la ruta Ensenada-Real del Castillo-El Álamo.
Dentro de los suministros de alta demanda estaba el vino. La zona de producción de vino era en los valles de Santo Tomas y La Grulla. La antigua ruta del vino, (no la denominación comercial para diferenciar a la “otra” ruta del vino de Guadalupe) se estableció con el fin de llevar el codiciado producto a los sedientos mineros. Para ello se utilizaba el camino que salía de La Grulla al Este, siguiendo el arroyo y pasando por el rancho Santo Domingo, y avanzando a duras penas por lo tortuoso del camino.
Kilómetros adentro se encuentra aún en la actualidad, una pronunciada cuesta llamada “La Lagrima”, este curioso nombre refleja ampliamente la dificultad que encontraban los viajeros al tener que sortear la dificultad para subirla.
Caminando o a monte de bestia era conquistada con mediana dificultad. Por lo que refiere a los transportes de carga era una historia totalmente distinta. Los carromatos utilizados para llevar el precioso líquido eran jalados, los más comunes por dos mulas. Al llegar al pie de la cuesta era necesario descargar la mitad de la carga que transportaban, para, así, lograr penosamente subir hasta la cúspide.
Al llegar se descargaba la carreta totalmente. Momentos que las bestias aprovechaban para descansar y recargar energías. Enseguida se descendía hasta donde se había dejado la mitad de la carga. Se procedía a cargar nuevamente la carreta y, repitiendo la subida, llegar finalmente arriba de la cuesta. Se subía la carga completa y se continuaba el trayecto hasta llegar al Valle de Santa Clara.
Han pasado ya más de 100 años y aún prevalece el nombre de la cuesta “La Lagrima”. Las condiciones del camino se han mejorado, pero ni remotamente para el tráfico de automóviles. De hecho, ese trecho ha sido incluido muy frecuentemente en el trazo de las carreras “Baja 1000 y 500”
Es un recorrido muy atractivo, en vehículo apropiado para fuera de camino. La flora cambia de viñedos a matorral costero, a encinales. Con vistas a valles, cañadas y sierras. Al final hay manera de optar por el camino a El Álamo o cruzar con dirección de Ojos Negros.
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