El pasado viernes la BBC publicó la noticia de que en Alemania se admitió una ley que permite dejar en blanco el espacio de “Sexo” en el acta de nacimiento de las personas intersexuales. Lo anterior con el fin de prevenir futuros problemas y traumas en aquellas a quienes apresuradamente les asignaron un género que no les correspondía solo por una cuestión de practicidad médica, deseo de los padres u otros detalles sin tomar en cuenta su verdadera identidad.

Dicha noticia puede ser tomada como un progreso para quienes luchamos en pro de la equidad de género y por los derechos de las minorías sexuales. Sin embargo, esto entraña otras cuestiones, como por ejemplo que en ese mismo país las personas solo pueden casarse entre “hombres” y “mujeres” y quien no esté registrado bajo esas denominaciones tendrá complicaciones si un día desea contraer matrimonio, a menos que cambie su sexo legal, lo que está contemplado en dicha ley. Esto sin mencionar que su cotidianeidad será complicada durante sus primeros años por detalles tan simples como no saber a qué baño entrar, la discriminación del medio social e incluso familiar, etc.

Desde luego estas complicaciones pueden ser contrarrestadas con educación en el área de sexualidad no solo de la familia sino de las comunidades, ciudades y países, ya que estamos acostumbrados a pensar de formas polarizadas en muchos aspectos en los que no necesariamente es así. Un ejemplo de esto son las acribilladas etiquetas de “bueno” y “malo” que poco describen los sentimientos y acciones de las personas. Si nos vamos al área de la preferencia de género, pensar que solo existen “heterosexuales” y “homosexuales” es dejar de lado la posibilidad de una tercera opción que abarca a muchas más personas de las que nos imaginamos, la “bisexualidad”. Con esto no me refiero a una moda, sino a un hecho que está comprobado científicamente desde mediados del siglo XX y que está cobrando cada vez mayor cantidad de personas honestas al respecto.

En el caso de la intersexualidad legal en Alemania, le da luz al menos a siete variantes de la diferenciación sexual que existen en un porcentaje pequeño de la población, pero que derrumban la idea generalizada de que solo puede o debe haber “hombres” o “mujeres” biológicos.

Los estados intersexuales son casualidades poco comunes durante el embarazo que se pueden dar por discrepancias de grados variables entre los cromosomas (X o Y), las gónadas (testículos u ovarios) y la diferenciación fenotípica (si finalmente se desarrollan órganos sexuales externos femeninos o masculinos). Esto incluye al hermafroditismo, su modalidad más conocida, pero también los seudohermafroditismos femenino y masculino, síndrome de Turner, etc.

A esto podemos agregar las cada vez más variables expresiones del género como constructo social que proponen englobarse como “queer” (traducido literalmente como “raro”), que desbordan y superan por mucho los estereotipos de género que siguen vigentes y luchando exitosamente por seguir existiendo.

Es por eso que en diferentes lugares se siguen haciendo propuestas para progresar y en el caso de Alemania con la nueva categoría de “sexo indeterminado” se están tratando de prevenir situaciones que ponen en riesgo el bienestar físico y emocional de las personas interesexuales. Es un experimento que obviamente todavía necesita de algunos ajustes sociales que también implicarán complicaciones en las vidas de esta gente y sus familias. De lo que se trata es de hacer que esto suceda de la manera más benigna y propositiva para el desarrollo pleno de las personas en su totalidad, sea cual sea su sexo o su identidad de género, o si coinciden entre sí.