La comida chatarra contiene por lo general, altos niveles de grasa, sal, condimentos, azúcares o aditivos alimentarios, como son el glutamato monosódico (potenciador del sabor) o la tartracina (colorante alimentario), que logran estimular el apetito y la sed, lo que genera un gran potencial comercial para los establecimientos que proporcionan ese tipo de comida.
Eventualmente, todos los alimentos son perjudiciales para la salud si se abusa de su consumo, pero los que se consideran comida chatarra lo hacen en mayor medida por necesitarse menores cantidades para producir efectos adversos, o por consumirse en mayores cantidades, dada su facilidad de consumo (comida rápida) o el prestigio social de su consumo (ligado a formas de ocio juvenil).
También puede ocurrir que determinados grupos de población, o los que padecen determinadas enfermedades previas, sean más sensibles a sus efectos. Suele relacionarse el consumo de comida basura con la obesidad, las enfermedades del corazón, la diabetes del tipo II, las caries y la celulitis. La comida chatarra aporta al consumidor grasas, colesterol, azúcares y sal, mientras que una verdadera comida debe proveer fibras, proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales necesarios para el rendimiento del cuerpo. Los niños presentan con gran frecuencia problemas de nutrición, esto contribuye a problemas sociales y psicológicos en su desarrollo.
Obesidad, problemas cardiacos y hasta repercusiones psicológicas impactan a los niños a causa de la malnutrición que impera en la sociedad moderna. La propaganda de los restaurantes de comida rápida hace que este índice tenga más revuelo, creando así graves problemas de salud en los pequeños. La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) está trabajando en un decreto para que, por primera vez en México, en los horarios de audiencia infantil (lunes a viernes, de 14:30 a 19:30 y sábados y domingos, desde las 7:00 horas), solo puedan publicitarse productos que cumplan con los criterios nutricionales que establezca la Secretaria de Salud, y aquellos que incumplan las disposiciones, serán retirados y multados hasta con un millón de pesos, como sucede actualmente con los ¨productos milagro¨.
Ojalá que esta iniciativa entre en vigor lo más pronto posible para proteger a los niños mexicanos del riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles, relacionadas con el sobrepeso y la obesidad.