El té verde (Camellia sinensis) a diferencia del té negro, se procesa con una mínima oxidación y no es fermentado, ya que las hojas se recogen frescas y después de someterse a la torrefacción, se prensan, enrollan, trituran y se secan. En mayo de 2006, investigadores de la Facultad de Medicina de Yale, en un artículo de revisión de más de 100 estudios sobre los beneficios para la salud del té verde, en alusión a la llamada “paradoja asiática”, que se refiere a tasas más bajas de enfermedades cardiacas y cáncer en Asia a pesar de las altas tasas de consumo de cigarrillos, se especuló que los adultos que consumían tres o más tazas de té verde al día obtenían altos niveles de polifenoles y otros antioxidantes. Estos compuestos pueden funcionar de varias maneras para mejorar la salud cardiovascular, incluyendo la prevención de la segregación plaquetaria y la mejora en los niveles de colesterol, asociado a la reducción de la lipoxidación del colesterol LDL.
La Universidad de Tufts (Estados Unidos) está llevando a cabo una investigación en Yunnan, Zhejiang y Fujian, tres de las principales provincias chinas que se dedican a la producción de té, este trabajo se realiza tras un estudio previo realizado en la provincia suroccidental china de Yunnan, cuyos resultados determinaron que el cambio climático estaba afectando a la calidad del té en todos los sentidos, aroma, sabor, propiedades saludables, pero sobre todo, a su producción, que representa una cuarta parte del total de té producido mundialmente. Declaran los investigadores que los resultados se pueden trasladar a otros cultivos, lo que permitirá comprender mejor los efectos del cambio climático y cómo afecta a la producción, siendo estos resultados un presagio de lo que podría suceder a la agricultura en general…