El cuarto hijo de Guadalupe Melendres se casó con Susana Ceseña Arayos en 1815, teniendo su primer hijo en 1816; su cuarto hijo nació en 1830, el 24 de junio, y según el calendario católico es el día de San Juan. Respetando la tradición lo bautizaron con el nombre de Juan pero en seguida le agregaron el nombre de Antonio María.
28 de junio de 1855. El fiscal Pujol paso a la celda de Melendres para notificarle la sentencia, haciéndole poner de rodillas, leyó y se le proporcionó un confesor para que se encomendara a Dios, permitiéndole formular su testamento, el cual dictó al señor Cura de la manera siguiente:
En el nombre de Dios todopoderoso, amen. Yo Antonio Melendres, hijo legítimo de Don Guadalupe y Doña Susana Ceseña naturales de la Grulla, hallándome próximo a morir y estando en mi cabal y entero juicio, creyendo en la Santísima Trinidad y debiendo evitar pleitos y dudas, otorgo y ordeno mi testamento, en la forma
siguiente:
Dejo a mi mujer todo lo de mi pertenecía, Doña María de los Ángeles Espinoza, como son muebles, movibles, y ropa de mi uso y todo lo de mi propiedad que pudiera aparecer, para que lo disfrute en entera libertad y por el presente revoco y anulo todo lo sobre testamento hubiere dispuesto, por ser esta mi última voluntad, y para que conste, firmo el presente en San Vicente el 28 de junio
1855.
Firmó con la cruz que acostumbra.
El fiscal Pujol lo condujo atrás, al recinto donde se alojaban los soldados y cobardemente asesinó a Melendres, el cual cayó mortalmente herido pero no murió. En el piso le repitió dos balazos más y tampoco pudo arrancarle la vida. Fue necesario llamar a un guardia para que con su fusil de alto calibre le diera el tiro de gracia en la cabeza.