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Pornografía, religión y adicción

En serio, hablemos de sexo

  
Nota publicada el 26 de febrero de 2014
por Rocío Linares

El pasado 19 de febrero se publicaron los resultados de un estudio llevado a cabo por la Universidad de Case Western Reserve en Estados Unidos, donde parte de los hallazgos es que las personas más apegadas a la religión son también quienes tienen mayores posibilidades de desarrollar una adicción a la pornografía.

Joshua Grubbs, uno de los científicos que llevaron a cabo dicho estudio, declara que el principal indicador era la percepción de la persona entrevistada, ya que las personas más apegadas a la religión tendían a declararse adictas a la pornografía aun si solo la habían visto una vez, e independientemente del tipo de material que habían consultado. Esto contrariamente a las personas que se consideraban a sí mismas como “menos espirituales”.

El autor del estudio refiere que al interior de los círculos religiosos entrevistados se usa indiscriminadamente la palabra “adicción” al referirse a tal material y que de hecho muchos de los títulos relacionados con la “auto-ayuda” frente a tal “enfermedad” estaban precisamente en los apartados de religión y espiritualidad de las tiendas virtuales.

Esto pone de relieve varias cosas. Existen muchos criterios fuera de la ciencia para usar la palabra “adicción”, independientemente de a qué. La religión complementa la visión de ellas, pero obviamente no es el único criterio. Visto desde el punto de vista profesional, las adicciones son padecimientos integrales (del cuerpo, la mente y la sociedad) que afectan el comportamiento funcional de la persona que la padece y de quienes están a su alrededor.

Las circunstancias en las que una persona puede tener acceso a la pornografía van en la mayor de las ocasiones fuera de estos criterios y hay, desde luego, que tomar en cuenta la percepción de la persona que se siente adicta y la incomodidad que esto puede llegar a causarle. Sin embargo, habría que ubicarnos educacional, psicológica y médicamente en lo que sí es disfuncional y lo que no.

Otro punto importante tiene que ver con la percepción y la conformación de las personalidades. Las personas que son muy dedicadas a algo, minuciosas y entregadas como suelen ser las personas más apegadas a la religión, al trabajo o a sus determinadas actividades, son también aquellas que pueden desarrollar comportamiento adictivo.

Volviendo a la pornografía, es interesante ver los criterios de las personas, independientemente de su religiosidad, al momento de percibirla o juzgarla. Lo que puede ser considerado ofensivo, puede ser excitante para otros, y viceversa. Motivo por el cual la prohibición de “vestirse, caminar o hablar de una forma que provoque una innecesaria sensibilidad de naturaleza sexual” recién aprobada en Uganda y que convierte en delito el uso de minifaldas y cualquier prenda que pueda provocar lo anterior, será según los medios de comunicación de ese país, algo muy difícil de aplicar. Sucede lo mismo con las diversas expresiones de la sexualidad.

Por nuestra parte, la invitación es a que tengamos presente que lo erótico y lo pornográfico puede por momentos estar en la misma expresión, y en otros no; y además a que si el uso de la pornografía en verdad ocasiona problemas de convivencia o funcionalidad para la vida, se acuda a la ayuda profesional adecuada.

Rocío Linares. Licenciada en Psicología UABC. Maestra en Sexología Educativa, Sensibilización y Manejo de Grupos IMESEX. rociolj84@gmail.com
 
 

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