Una noticia en un periódico que indiscutiblemente cambió el destino de Baja California y en especial de Ensenada.
Ocurre que en 1870 no había ningún centro de población estable en la parte norte de la península de Baja California. Las misiones establecidas a lo largo de esta parte de México albergaban a ciertos grupos que recibían el alberge en dichas misiones, y que trabajaban en sus alrededores en faenas de agricultura y cuidado de ganado.
Nuestra reseña se enfoca al área de Valle de San Rafael, hoy conocido como Ojos negros y Real del Castillo.
Dos hermanos, casi ermitaños: Ambrosio y Manuel Castillo (o del Castillo), prospectaban oro en los varios arroyos de ese valle. Aparecen, aunque no por nombre, por primera vez a la luz pública en una noticia publicada el 21 de julio de 1870 en el periódico San Diego Union cuya traducción al español decía: “ La semana pasada tuvimos las satisfacción de tener en nuestras manos, por unos momentos, aproximadamente dos onzas de oro en greña –en piedras que variaban de tamaño, desde el de un grano de maíz al de una nuez- traídos por un mexicano que rehusó revelar el lugar donde las encontró. Trajo también una especie de cuarzo encontrado en las cercanías del placer, del cual cuando menos la mitad era de oro. ((Hacemos una pausa y comentamos que las siguientes frases en el artículo fueron las de más impacto y efecto)) Sin embargo nos hemos percatado de que las minas están en el Valle de San Rafael, en la Baja California, a una distancia aproximada de San Diego de ciento veinte millas y de que las minas auguran igualar en extensión y riqueza a cualquiera de las conocidas en los antiguos tiempos de California. Esperamos tener noticias más amplias para nuestra próxima edición.”.
Este artículo, por sí solo, causo que se despertara un furor entra los pobladores del sur de California y se dio inició una migración, sin precedentes hacia nuestra región. A falta de transportación pública los futuros buscadores de oro viajaron a lomo de bestia, y muchos de ellos a pie. En corto tiempo el, otrora, valle deshabitado y tranquilo de San Rafael, cambio para siempre. La población creció hasta llegar a tener más de 1,500 habitantes, entre ellos mineros, comerciantes, malhechores; de todo. En Santo Tomas, que en ese tiempo era la jefatura del Partido Norte de la Frontera, la mayoría de sus pobladores se sintieron atraídos por la oportunidad de tener parte de la bonanza, tan así fue, que Santo Tomas quedo abandonado y se decidió mover la Jefatura a Real del Castillo, ya el nombre oficial.
La historia, ya en su nuevo curso continuo, se vio el nacer, el crecer y, lamentablemente, la declinación y escases del codiciado mineral. Ensenada se vio favorecida por el intenso tráfico de mercancías que pasaban por nuestro incipiente puerto. Si bien, Real del Castillo nace por un comentario indiscreto de un reportero extranjero, Ensenada surge como puerto y a casi siglo y medio de distancia en tiempo continúa su vida, caracterizada por su hospitalidad y maravillosa población.