Dentro de pocos días celebraremos el día de las madres, que si bien ha sido un tanto difamado por la excesiva comercialización, tiene sus orígenes en México en las tradiciones de los aztecas que honraban a Tonatzin, madre de todos los dioses, en un acto de comunión cósmica y de reconocimiento a la propia madre.
Después de la conquista de México y cuando comenzamos a combinar costumbres con los vecinos del norte, esta tradición se mezcló con la que ellos tuvieron en su momento de celebrar a la madre el segundo domingo de mayo, donde a los siervos y empleados se les daba el día libre para que fueran a visitar a sus madres, y se les permitía hornear un pastel (conocido como «tarta de madres») para llevarlo como regalo.
En 1914, el Presidente Woodrow Wilson de E. U. A. firmó la proclamación del Día de la Madre como fiesta nacional, que debía ser celebrada el segundo domingo del mes de mayo. La primera celebración oficial tuvo lugar un día 10 de mayo, por lo que este día fue adoptado por muchos otros países del mundo como la fecha del «Día de las Madres».
Cuando las mujeres se convierten en madres, esto es para muchas de ellas motivo de felicidad y plenitud, aun si al recibir la noticia de su embarazo pudieran haber estado en circunstancias difíciles como su edad, economía, estado civil, etc. Otras lo planean, esperan y celebran desde antes que suceda y así mismo cuidan su cuerpo para prepararlo para el gran evento.
Sin embargo, tenemos alrededor de la maternidad y el embarazo muchos mitos que pueden estar en detrimento de nuestra sexualidad como mujer embarazada tanto como pareja de ella.
Uno de ellos, que viene de las costumbres religiosas de nuestro país y que muchas de ellas se dan cuenta de inmediato que para ellas es cierto o no, es el hecho de que el deseo y goce sexual desaparece durante el embarazo. Es esperable que esto cambie durante este periodo, ya que las hormonas y la disposición organísmica del cuerpo de la mujer están en ese momento centradas en que el embarazo prosiga. Sin embargo, no hay una regla escrita, pues para algunas el deseo y goce sexual puede aumentar, disminuir o permanecer igual.
Mucho de esto, sobre todo en el primer trimestre de embarazo, suele estar relacionado con la existencia e intensidad de las molestias relacionadas a él. Por ejemplo, si hay nauseas intensas, vómitos, sangrados u otros síntomas, lo más probable es que el deseo disminuya o desaparezca.
Ya durante el segundo trimestre, cuando es menos probable un aborto espontáneo y los primeros síntomas comienzan a irse, aproximadamente el 80% de las mujeres reportan que el deseo aumenta. Aun así, la frecuencia de las relaciones sexuales puede disminuir porque ya el feto comienza a moverse y a ocupar mucho lugar, ocasionando molestias y a veces trastornos del sueño.
A esto se le agrega que el aumento de peso y cambios en la figura corporal son generalmente recibidos con desgano por parte de la mujer por considerarlos poco estéticos, y a veces su pareja lo confirma.
Esta suele ser una etapa donde la sexualidad juega un papel de complacencia y paciencia por parte de la pareja, donde las posturas, ritmos y tiempos cambian a la hora de tener relaciones sexuales a favor de que la mujer embarazada se sienta lo mejor posible.
Durante el tercer trimestre de embarazo suele haber un aumento del número de contactos con estimulación manual u oral, ya que la mujer embarazada suele estar poco dispuesta a tener relaciones por las molestias propias o por razones estéticas.
Una creencia muy generalizada es que no se deben tener relaciones durante el embarazo, y la verdad es que las contraindicaciones para esto es cuando hay una amenaza de aborto, sangrado sin diagnóstico, ruptura de membranas o salida de líquido amniótico. Es importante que se consulte al médico ginecólogo que está haciendo el seguimiento del embarazo para que de recomendaciones a la pareja sobre cuándo se puedan reanudar las relaciones sin afectar el producto.
También es cierto que mantener las relaciones sexuales durante el embarazo favorece al momento del parto, ya que mantiene tonificada la musculatura pélvica, que es la que se contrae al momento de pujar.
Algo de lo que casi no se habla es de la pareja de la mujer embarazada en este proceso, quien con frecuencia puede sentirse confundida o desplazada porque ya las atenciones, tiempos, cambios de rutina y en la convivencia son a favor de la nueva vida que se está gestando.
Si a esto le agregamos que culturalmente a los hombres se les prohíben de pequeños muchas cosas en su juego infantil que los prepararían para este evento por ser consideradas “de niñas”, estaremos comprendiendo por qué de repente es común escuchar que la pareja tiene un comportamiento extraño o distante. Además de esto, influyen las costumbres donde ellos generalmente no son parte del “baby shower” y otros rituales que se dan en las comunidades para apoyo y celebración de la mujer embarazada.
Teniendo todo esto en cuenta, podemos concluir que el embarazo es tan sexuado como el resto de la vida tanto para la mujer como para la pareja. Es importante darle el seguimiento médico adecuado y estar seguros de que el desarrollo se da en las mejores condiciones posibles, lo que incluye la manifestación sexual libre y plena.