Este año, la Semana de la Publicidad en Nueva York presentó una ligera variante respecto a las tendencias de los años anteriores, en los que las constantes referencias al Big Data hacían de las tareas de mercadotecnia un ejercicio cada vez más mecánico y menos humano. Como Einstein lo dijo hace décadas, la imaginación es más importante que el conocimiento.
Se conoce como Big Data a la extensa colección de información que permite relacionar variables aparentemente inconexas, pero que pueden anticipar ciertas tendencias en distintos campos de la actividad humana: mercados, educación, salud, política y seguridad entre muchos otros.
Gracias a esta tecnología se han creado programas de cómputo especializados en combinar frases para crear anuncios y mostrarlos al público pertinente: la publicidad refinadamente sistematizada para ser administrada por máquinas.
Los expertos reunidos en la gran manzana hicieron referencia a un estudio realizado con personas de 16 países, mismo que arrojó un dato inesperado por los entusiastas de los algoritmos: el 66 por ciento de los consumidores señalan que desean ser inspirados por la publicidad.
La conclusión momentánea es que debe existir cierta unión armoniosa entre investigación y expresión, la primera como fuente de inteligencia y la segunda, como una reacción humana para incidir con una propuesta.
Las historias de las grandes marcas han sido escritas por el personal creativo de las agencias de publicidad… miles de talentosos Mad Men insustituibles, irremplazables e irrepetibles.