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El Vaticano y la homosexualidad

En serio... Hablemos de sexo

  
Nota publicada el 15 de octubre de 2014
por Rocío Linares

Es bien sabido que desde sus inicios la iglesia católica se ha opuesto a las uniones entre personas del mismo sexo, mismas que de un tiempo para acá se han venido aceptando poco a poco a nivel civil en diferentes países e incluso en cada vez más estados de nuestra república mexicana.

El papado de Francisco no ha sido la excepción. Sin embargo, se ha podido constatar desde que fuera Cardenal, que hay una pequeña grieta de oportunidad de cuestionamiento en lo referente a los criterios de la misma iglesia hacia estas uniones.

En aquellos momentos, Bergoglio admitió estar de acuerdo con las uniones civiles entre personas del mismo sexo pero en contra del matrimonio homosexual, que para él es una pretensión destructiva de los planes de Dios. Más adelante, ya en el papado, Francisco declaró espontáneamente “¿Quién soy yo para juzgar un gay?”.

Hace pocos días, el Sínodo de los Obispos reconoció los “dones y cualidades” de los homosexuales, cuestionando si las comunidades católicas los están recibiendo.

Ahondando en su argumento, se declaró que las personas homosexuales desean que la iglesia les acoja y se preguntan si al momento ambas partes están preparadas para asumir los compromisos y la doctrina sin que esta se vea alterada, y a la vez elaborando “caminos realistas de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica que integren la dimensión sexual”.

El Papa Francisco indica que actualmente se está frente a un importante desafío educativo por los contextos sociales que actualmente se presentan.

En el documento “Relación después de la disertación” se aclara que la Iglesia no ha cambiado su postura en cuanto a que las uniones del mismo sexo no se pueden comparar con las que se dan entre un hombre y una mujer. Aun así reconocen que en estas uniones existe el apoyo mutuo, el sacrificio y el soporte tal como en cualquier relación de pareja.

Es llamativo que además el documento expone situaciones relacionadas con los divorcios, la anticoncepción, la violencia, el consumismo y la adopción de hijos por parte de personas del mismo sexo desde un acercamiento más positivo.

Si bien su postura sigue siendo negativa frente a algunas situaciones que ya rayan en lo necesario, han dejado fuera el lenguaje de condena o estigmatización que intenta un afrontamiento diferente de los desafíos actuales de su comunidad con el objetivo de descubrir “vías de verdad y misericordia para todos”.

Aunque la homofobia sigue siendo parte del paquete y es obvio que algunas intenciones van más allá del objetivo de lograr un balance entre lo socialmente necesario y las creencias religiosas, es un avance importante el hecho de que estos temas estén siendo tratados al interior de estos organismos. Ningún cambio se da de la noche a la mañana, especialmente en lo relativo a la regulación social de los comportamientos sexuales.

El hecho de que existan estas declaraciones y cuestionamientos hablan también de muchas necesidades educativas. Como se dijo antes, hay un reconocimiento de dones y cualidades que bien podrían no ser exclusivas de la comunidad homosexual. Respecto a la declaratoria de que las uniones homosexuales no se pueden equiparar a las de un hombre con una mujer, de alguna manera es correcta. Si bien la relación de pareja comparte universalmente ciertos aspectos en común, el hecho de ser entre dos hombres o dos mujeres le da la diferencia obvia del género y los roles que se asignan de manera muy particular en cada relación.

Rocío Linares. Licenciada en Psicología UABC. Maestra en Sexología Educativa, Sensibilización y Manejo de Grupos IMESEX. rociolj84@gmail.com
 
 

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