Platicando con un grupo de niños de primero a tercer año de primaria en la sala de “Primeros Pobladores” de Baja California, en el Museo de Historia de Ensenada (en el Riviera). Les explicaba sobre los indicios conocidos de la presencia humana en el norte del continente americano. Como referencia les hablaba sobre los hallazgos en el área de “La Brea Pits” en el centro financiero de Los Ángeles California donde, en una mina de chapopote, se descubrieron multitud de fósiles, incluyendo los restos de una mujer.
Estudios de fechamientos indican una antigüedad superior a 10,000 años. Aquí en la zona norte de Ensenada conocida como Bajamar en 2006 se descubrieron en una zona de concheros cercanos al mar, una serie de cuerpos humanos de ambos sexos, de un menor e inclusive de un mamífero canino que arrojaron un fechamiento muy similar de aproximadamente 10,000 años.
Además, hubo el descubrimiento de dos puntas de lanza de las llamadas “Clovis” cuyas replicas se encuentran en exhibición en el Museo de Historia de Ensenada (en el Riviera) ya que las originales, por su importancia histórica se encuentran en el Museo de Antropología e Historia de la Ciudad de México D.F., estas puntas de lanza son sumamente significativas, ya que fueron utilizadas para la caza de mamíferos de gran tamaño, como son el mamut y el mastodonte, (algunos restos se han encontrado en diversas partes de Baja California), y que los científicos han determinado su extinción hace, también, 10,000 años.
Es así con estos elementos es que podemos establecer, con un grado elevado de seguridad, la presencia de los primeros pobladores de Baja California. Y de ahí se inician los misterios tanto de su origen y procedencia. No sabemos, solo imaginamos como es que lograron subsistir, en un medio tan agreste como lo es nuestra península. Pasaron miles de años para que apareciera por estas comarcas los primeros europeos que vinieron a cambiar, para siempre las costumbres ancestrales de aquellos cuasi nómadas que se mudaban, de acuerdo a las estaciones climáticas, entre las sierras, donde pasaban los veranos recolectando semillas y frutos silvestres, y la zona costera, en el inverno, donde cazaban y pescaban para obtener alimento y abrigo.
Se han encontrado concheros de varios metros de espesor que indican que eran lugares visitados recurrentemente por cientos de generaciones, que dejaron, además, huellas de fogones, corralitos y senderos.
Las civilizaciones de los pobladores de Mesoamérica dejaron una herencia indescriptible de historia en códices, arquitectura y demás. Mundialmente es reconocida la importancia de esta herencia étnica. Los Mayas, Aztecas, Toltecas, y demás grupos florecieron hace solamente un par de miles de años (no nos adentramos en fechas concretas, para facilitar el entendimiento de la gran diferencia en tiempo de las presencia de nuestros primeros pobladores).
Un aspecto muy interesante que nos adentra en nuestra explicación sobre las circunstancias de sobrevivencia, es la que se relaciona con la alimentación de aquellos grupos. Básicamente, como ya mencione, eran cazadores y recolectores. Es maravilloso ver la reacción de los pequeños estudiantes de primaria cuando, ellos mismos llegan a la conclusión, de cuales animales comían. La respuesta en una palabra: “Todos”, lo mismo con las plantas y frutas: “Todas”. A media broma les explico que “todos los hongos son comestibles” ante su sorpresa, les aclaro, “algunos de ellos solo son comestibles una sola vez” En aquellos tiempos antiquísimos no había medio de conocer, ni de sabores, ni de reacciones de los alimentos encontrados en forma silvestre.
La mayoría de los recorridos escolares en el Museo de Historia de Ensenada, desafortunadamente, están programados para ser sumamente breves. Es imposible que estos pequeñitos aprendan de nuestro pasado en 25 a 30 minutos.
Espero, amable lector, que puedas visitar nuestro Museo de Historia de Ensenada y lleves la invitación de generar en tus hijos el orgullo de ser ensenadense. Se necesita conocer tu terruño para llegar a quererlo.