Recientemente dos instituciones afiliadas a la Universidad de Montreal hicieron un estudio en Quebec para profundizar sobre el contenido y frecuencia de las fantasías sexuales de las personas con el afán de corroborar lo que verdaderamente sucede con nuestro imaginario sexual.

Recordando un poco, las fantasías sexuales son pensamientos de contenido sexual y/o erótico que pueden servir como catalizadores de la excitación sexual. Actualmente tenemos claro que son parte del comportamiento sexual esperable en las personas, ya sea de manera consciente (voluntaria o involuntaria) o durante el sueño. Algunas son producto de estereotipos de género que la sociedad implanta en la población como parte de su estructura.

Ellas son muchas veces reproducciones mentales de una expresión comportamental de la sexualidad, lo que antes se conocía como “parafilias”. Este nombre se ha venido modificando para dar cabida a todos los comportamientos sin hacer señalizaciones de “perversión” o “rareza” que terminan por ser discriminatorias y promovedoras de mitos y tabúes.

Algunos hallazgos datan de que el 52% de las mujeres y 46% de los hombres fantasearon con que las ataran para obtener placer sexual; aproximadamente el 60% de las mujeres fantasearon con temas relacionados con la sumisión; 10% de los hombres fantasearon con que su pareja orinara sobre ellos, y más del 40% de las mujeres con que su pareja eyaculara sobre ellas.

Contrario a lo que otros estudios arrojan, las descripciones de las fantasías de los varones fueron más vívidas.

Otro hallazgo importante fue que los hombres tienen un mayor deseo que las mujeres de que sus fantasías se hagan realidad, si bien las de las mujeres implicaron mayor intensidad en el juego de roles en el caso de la sumisión.

Los porcentajes de hombres y mujeres que fantasearon con involucrarse en actividades homosexuales fueron más altos que la cantidad de hombres y mujeres que se declararon como bisexuales u homosexuales. Más de un tercio de las mujeres fantasearon con tener sexo con otra mujer, mientras una quinta parte de los hombres fantasearon con tener sexo con otro hombre. Esto se explica desde el hecho de que la fantasía sexual no es un determinante para la preferencia de género.

Christian Joyal, autor principal del estudio, menciona que realmente hay pocas fantasías sexuales que se pueden considerar inusuales dentro de las estudiadas.

Antes de comparar estos resultados con los de nuestra población, es pertinente tomar en cuenta las semejanzas y diferencias en nuestra educación sexual, valores, prioridades y demás factores que inciden en el funcionamiento de nuestra sexualidad. Sin embargo, estos datos pueden ser de gran utilidad para comprender que las fantasías sexuales y sus contenidos tradicionalmente tachados de “parafílicos”, “extraños” o “anormales”, están más que dentro de la normalidad estadística.