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El Galeón hundido en el desierto

Contrastes entre realidad y ficción

  
Nota publicada el 11 de diciembre de 2014
por Rafael González Bartrina

Hay muchas historias, reales, que se antojan inverosímiles. Lo mismo, hay historias, creadas por la imaginación del hombre, que con mucho del detalle, no son más que eso, imaginarias, irreales, inexistentes. Luego, también, están los relatos compuestos con ambos elementos, verídicos en un principio y fantasiosos según pasa el tiempo y se transmite de boca a boca, y porque no, de escrito a escrito

La historia que paso a relatar cabe, perfectamente en las tres condiciones arriba enumeradas. Es casi perfectamente imposible que sea verdadera. Lo que lo hace que quizás si sea cierta. Por otra parte los detalles y los indicios más elementales la hacen imposible de ser verídica. Lo que si es cierto, en mucho, es la descripción del lugar, del tiempo y de las circunstancias, que hoy en día se antojan inverosímiles.

El escenario es el “Sonoran Desert” o desierto de Sonora, que es uno de los más extensos y calurosos del mundo. Su extensión es en exceso de 311, 000 kilómetros cuadrados (casi 4 veces más grande que la Península de Baja California que tiene 71,576 kilómetros cuadrados. Aunque nuestra historia se centra en el área que se ubica en una especie de triangulo que tiene como vértices a) La desembocadura del Rio Colorado; B) El “Salton Sea” o Mar salado de California que esta unos 130 kilómetros al noroeste de Mexicali; y c) El área en los alrededores de la ciudad de Blythe, California a 182 kilómetros al norte de la desembocadura del Rio Colorado.

Las primeras historias que narran sobre los restos de barco de los llamados galeones en el desierto se originan en la época inmediata posterior de la gran crecida del Rio Colorado en 1862. El Coronel Albert S. Evans reporto haberlo visto en 1863. El periódico Los Angeles Daily News fechado el 5 de agosto de 1870 describía, en un reportaje, un casco de barco, medio hundido en una parte de una laguna, salada y seca y daba por ubicación a “dos Palmas”, California, que estaba a unos 70 kilómetros al norte de Yuma, Arizona. Decía el reportaje que los restos del navío podían ser fácilmente vistos a una distancia de varios kilómetros dese una mesa que se encuentra entre Palma Seca y Dos Palmas. (El nombre de Palma Seca no está debidamente documentado en los mapas anteriores a 1870 y aparece esa zona con los nombres de Soda Springs, Indian Springs y Biter Springs. A consecuencia de este reportaje se enviaron varias expediciones exploratorias sin resultados positivos. Se explicaba que posiblemente las fuertes tormentas de aire habían cubierto los restos del barco en su totalidad.

Se habla que este barco es el “Content” que era comandado por el pirata Thomas Cavendish (1560 – 1592) de 60 toneladas con 5 cañones por borda. Se menciona, también, que el barco es posiblemente el Iqueue comandado por un grupo de amotinados españoles.

En 1900 dan principio las historias referentes a la existencia de un barco hundido de origen Vikingo. Esta historias fueron transmitidas de boca en boca entre indígenas y mexicanos que habitaban el área de la actual Laguna Salada.

En 1933 una bibliotecaria de Julián, California de nombre Myrtle Botts, tuvo un encuentro con un viejo gambusino de los restos de un barco hundido, según su percepción este barco tenía el perfil de los barcos Vikingos. En seguida, la señora Botts y su esposo se dirigieron al lugar que les había referido el gambusino, solamente, que al estar cerca y por llegar al lugar indicado, un fuerte temblor les impidió continuar con la búsqueda. El Museo de los Pioneros de Julián, California, heredo los documentos y las direcciones que les fueron otorgadas a la sra Myrtle Botts.

El barco perlero de don Juan de Iturbe que es descrito como una pequeña carabela es también mencionado como posiblemente el barco hundido del desierto. Hay rumores de que los restos de este barco fueron vistos tan recientemente como 1977. Se dice que Juan de Iturbe navego en 1615, por el Rio Colorado hasta el Lago Cahuila (también conocido como Lago LeConte o Mar Negro) que estaba en proceso de secarse, varándose su barco y viéndose forzado a abandonarlo con todo y su rico cargamento de perlas. Históricamente se ha mencionado que en 1774 uno de los arrieros de la expedición de De Anza encontró y removió la perlas. En 1917 se dijo que un ranchero de El Centro, de apellido Jacobsen, encontró un pequeño cofre que contenía unas perlas, que discretamente vendió en Los Ángeles y, además, que uso la madera del parco perlero para construir los chiqueros de su rancho.

Hemos encontrado más de noventa reportajes en otros tantos periódicos americanos que van desde 1870 y hasta la actualidad.

Como día el principio. La verdad y la mítica se entrelazan estrechamente en esta historia. Queda, por ahora, como simplemente una reseña semanal que no pretende establecer ni la realidad ni la falsedad del paradigma del BARCO HUNDIDO DEL DESIERTO.

Como advertencia, en caso de que alguno de mis tres amables lectores quiera emprender por si mismo una expedición exploratoria en el área descrita, debo de mencionar que mayormente esta zona está bajo control militar de Estados unidos y ha sido utilizada por muchos años como zona de practica de bombardeo y uso de artillería pesada. Muchas de estas descargas permanecen sin explotar y son un peligro latente para quienes se aventuren en ese territorio.

Rafael González Bartrina. Rafael González y Bartrina. Miembro del Seminario de Historia de Baja California y del Consejo de Administración del Museo de Historia de Ensenada A. C. rafaelgonzalezbartrina@gmail.com
 
 

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