La voz es un acto que está asociado a hablar. Luego, se le puede asociar a cantar, pero primero debió de existir cierta habla que articulara ese canto. Hay veces, incluso, en que escuchamos nuestra voz cuando pensamos, sin escucharla en la realidad. ¿Cuántas veces no hemos leído un texto que está asociado a la voz de un personaje conocido y no podemos evitar escuchar esa voz en nuestra cabeza?
De la voz suponemos el habla, del habla pasamos al lenguaje, pero hay un concepto que se escabulle entre ellos y no es sencillo definirlo. Lo tenemos muy presente al hablar y damos por hecho que es posible señalarlo. Es la palabra.
La relación entre “palabra” y “habla” es bastante usual en las lenguas del mundo. La palabra la entendemos como algo bien delimitado, como unidad de articulación, mientras que el habla es el resultado de esa articulación. Sin embargo, puedo decir “la palabra de ese señor es elaborada” y hacer notar que los dos conceptos comparten cierto núcleo semántico. Igual sucede con “voz” aunque no de manera tan evidente.
La “palabra” tiene definición en gran medida por la lengua escrita. Aquellas lenguas que desarrollaron un sistema de escritura necesitaron de ese concepto. No por nada, lo más común es pensar que la “palabra” es aquello que está rodeado de espacios – por lo menos, de pausas. Lo cierto es que en la lengua hablada no existe tal cosa. Las pausas no suceden entre palabras sino por funciones fisiológicas o pragmáticas. Uno hace las pausas por necesidad de aire, por enfatizar lo que va a decir o también para ceder el turno de habla. Pero si se viera el espectro acústico de habla –e incluso, uno mismo podría darse cuenta al escuchar con atención su propia locución- no existen tales espacios que permitan decidir en dónde empieza y termina una palabra. Tal cosa como la “palabra” sólo existe en nuestra imaginación.
Esto no significa –para nada- que las lenguas escritas sean mejores. Representan una minoría frente a las lenguas del mundo. Sólo recordemos que la historia y la prehistoria se dividen por la invención de la escritura de un grupo étnico particular, mientras que el origen del lenguaje –y del habla… bueno, eso nadie lo sabe con exactitud. Más de 5,000 lenguas en el mundo y menos de 100 sistemas de escritura. Pero esto será tema de otra columna.
En lenguas con tradición oral, como las yumanas, no hay distinción precisa entre estos conceptos. Por ejemplo, en paipai la expresión kwaw significa tanto “habla”, “palabra” y “voz”. En kiliwa, por otro lado, existe la diferencia entre “hablar” y “voz”. El primero se dice ha' nmaa mientras que el segundo se dice ha' sít. Aquí hay que señalar algo importante. A diferencia del paipai, en kiliwa si hay una diferencia entre decir “ha” y “ja”. La primera es un sonido desde la garganta parecido a la “h” en “harmony” en el inglés. El segundo es más parecido al sonido en español “j” como en “jitomate”. Este último, todas las lenguas yumanas lo tienen.
La gran mayoría de las lenguas en el mundo usan la voz como vehículo para comunicar. Aunque la voz implica el paso de aire hacia o desde los pulmones, hay otros sonidos relacionados de maneras distintas con el aparato fonador. Los llamados “cliks” son sonidos comunes en las lenguas africanas zulu y josa. No usan la voz, si se entiende ésta como la vibración de las cuerdas vocales, pero sí hacen funcionar una parte del aparato que sirve para hablar.
Comunicar con el sonido y la palabra es algo tan natural en el ser humano. No por nada resulta tan dramático el silencio después de la voz que contaba mitos, leyendas, historias o advertencias. La tragedia es mayor cuando el silencio es consecuencia de un factor externo; cuando se ha dejado paso al silencio, no porque el hablante lo decida sino porque se le ha impuesto. Esto puede suceder por muchas razones, entre las cuales está la pérdida de la lengua materna.
¿Qué le sucede a un pueblo que se queda sin voz?