Recordemos que la sexualidad es una parte importante de nuestro ser que nos acompaña desde que se nos concibe hasta nuestra muerte. Por consiguiente es importante hablar sobre lo que sucede en la tercera edad. No es extraño que se vea con cara de extrañeza a la persona mayor que admite tener relaciones sexuales o que conserva al menos las ganas, en particular si se trata de nuestros propios familiares cercanos.
Si al revisarlo nos damos cuenta de que para nosotros la idea es incómoda, tal vez sea porque en nosotros reside una forma de discriminación denominada “viejismo”, que es aquella que se encarga de mantener el prejuicio hacia la vejez como una etapa de decadencia, incapacidad e inapetencia sexual.
Como esto es algo tan arraigado, la vejez por si sola con frecuencia se vuelve un “pretexto” para dejar la actividad sexual, ya sea por miedo a fracasar o a ser rechazados, o por fatiga (que puede o no ser consecuencia del estilo de vida). Otro motivo es la ausencia o enfermedad de la pareja.
Recordemos que la sexualidad se vive de muchas maneras y no únicamente a través del contacto de los órganos sexuales. También se vive a través del cambio de roles que frecuentemente se vive a partir de la jubilación, en las rutinas de la pareja y en las demostraciones de afecto y sensualidad que se transforman paulatinamente durante todo el transcurso de la vida.
Hay algunos mitos que aún persisten en algunos contextos, como por ejemplo que el climaterio es el fin de la vida sexual cuando esto no necesariamente es así. Además están las valoraciones estéticas de los cuerpos sobre los que recaen los prejuicios de los ideales de belleza de la juventud que ya no tienen. Cabría que reconstruyéramos la idea de belleza para integrar otras formas de ver la diversidad de nuestros cuerpos en todas nuestras formas, edades, razas y condiciones.
Dentro de la respuesta sexual, cabe señalar que el hombre suele necesitar una estimulación más paciente que la que necesitaba en otras etapas de la vida. Por tanto, es de vital importancia que la pareja no pierda la calma ni lo interprete como que ya no es deseada o amada. Sencillamente, el cuerpo cambia y hay que tratarlo un poco diferente. Hay algunos varones que mencionan que el orgasmo aunque es posible es menos intenso, pero sus encuentros son de mejor calidad que los de su juventud porque ya tienen experiencia sosteniendo la excitación sin eyacular.
En cuanto a la mujer, la lubricación suele ser un tema sensible porque a partir del climaterio comienza a ser deficiente en muchas ocasiones, además de que las paredes de la vagina se adelgazan y esto puede ser incómodo a la hora de tener relaciones sexuales. Por esto, es recomendable el uso de lubricante artificial a base de agua, el tratamiento de reemplazo hormonal desde que surgen los primeros síntomas del climaterio hasta cuando el médico lo indique, y lo mismo que en el hombre: la estimulación paciente por parte de la pareja o de la propia mujer de acuerdo a sus necesidades actuales. Cabe destacar que la respuesta de nuestro clítoris no se desgasta con la edad y somos multiorgásmicas toda la vida sin importar nuestra edad.
Además del lubricante, se recomienda el juego sexual para conservar el sentido del humor, las caricias, los masajes que no llevan precisamente la intención de las relaciones sexuales. Todo con el afán de continuar conociendo el cuerpo de la pareja y promover la intimidad, el amor y la armonía en la pareja.
Cuando no hay pareja o se encuentra indispuesta existe la opción de la masturbación, que es una opción placentera de seguir conociendo el propio cuerpo, tarea que jamás termina.
Por último, se recomienda para una sana vida sexual que tengamos actividad física adecuada a nuestras posibilidades. ¿Por qué insisto en que haya satisfacción sexual en la tercera edad? Porque está comprobado que a mayor satisfacción sexual, mayor calidad de vida y longevidad: Vivamos más y mejor.