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Clicks

“Tchtch” arre

  
Nota publicada el 3 de abril de 2015
por Manuel Sánchez

Los números. Como sistema, apenas es necesario tener 10 elementos para disparar la numeración a lo impensable. Ahora, imagínense lo que sucede con el lenguaje. Si consideramos sólo los sonidos registrados por el alfabeto fonético internacional, tendríamos poco más de 220 combinaciones posibles de sonidos diferenciables.

Esto sólo considerando los sonidos egresivos, es decir, aquellos sonidos que se producen exhalando aire por la boca. Los mismos puntos de articulación son utilizados para los sonidos ingresivos. Una buena referencia para identificar estos sonidos es el clásico del Chavo del Ocho cuando dice “eso eso eso”. Estas doscientas y tantas posibilidades son resultado de un set más pequeño de “rasgos”. En la fonética articulatoria, por ejemplo, este primer set consistiría en: la punta de la lengua + el alveolo. Esta combinación resulta en el sonido “plosiva alveolar”; si las cuerdas vocales vibran sería “sonoro” o si no, “sordo” –es decir, la [d] o [t] respectivamente.

Un solo cambio en los rasgos nos da un sonido completamente distinto; un fonema.

Hay un grupo de fonemas que son producidos sin aire. Un puñado de lenguas tiene estos sonidos como obligatorios en sus sistemas; pero son sonidos muy comunes en las lenguas del mundo. Estos sonidos son los clicks.

El sonido más común y familiar es el clásico “tch tch tch” para negar algo mientras movemos la cabeza de un lado a otro. Una variación de este sonido es el que se utiliza para llamar a una mascota; también se puede usar para hacer que el caballo ande. La característica principal es que sea un sonido que no necesite aire para producirse. Lo que permite que se escuche es el choque entre los puntos de articulación y la resonancia en la cavidad oral o nasal.

Las lenguas que utilizan estos sonidos de la misma manera que las consonantes, como por ejemplo la [t] o la [k], son las lenguas khoisanas en el sur del continente africano. Las lenguas bantú, otra familia lingüística de la zona, ha tomado prestadas palabras de estas lenguas, y con ellas se han pasado los clicks.

Uno de los detalles interesantes de prestamos de palabras y sonidos es que las lenguas bantú, en específico, el zulu, el xhosa y swazi, tienen un rasgo sociolinguistico llamado hlonipha [jlonifa]. En estos grupos étnicos existe la regla que impide a las mujeres usar palabras relacionadas con el nombre del suegro. Para bordear esta restricción, usan los clicks para pronunciar palabras comunes. Un ejemplo, desde el español, sería que el suegro se llamara “pedro”; la esposa no podría utilizar la [p], [d] y la [r] – en general, palabras que tengan que ver con la palabra “piedra” (apedrear, empedrado, petrificado). De esta manera el click llegaría a solucionar la pronunciación y se podría decir algo así como [tch]e[tch][tch]o.

Los sistemas fonológicos, aunque amplísimos y con capacidad de articular sonidos at infinitum son apenas un abanico de posibilidades para comunicar. Los clicks agregan elementos que no necesitan de aire, pero siguen siendo sonido. Faltaría agregar aquellos matices del movimiento corporal, los lenguajes de señas, los movimientos del rostro. Sin duda, y a pesar de los distintos sistemas de comunicación que pueden yuxtaponerse, lo increíble es que de un número pequeño de unidades resultan en un número infinito de posibilidades de comunicación.

Manuel Sánchez. Licenciado en Sociología y Ciencias de la Comunicación UABC. Maestro en Lingüística por la UNISON. manuel.wortens@gmail.com.
 
 

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