Cuando hablamos de lo que sucede para que podamos tener relaciones sexuales placenteras, además de enfocar nuestra atención en los órganos sexuales pélvicos externos e internos, podemos echar mano (y más aditamentos) de las zonas erógenas del cuerpo.
Estas son todas aquellas partes del cuerpo que presentan una mayor sensibilidad y cuya estimulación tiene como finalidad y resultado activar el deseo sexual. No son universales y pueden ser más o menos erógenas para cada persona dependiendo de sutiles o abismales diferencias individuales.
Por eso es necesario que le preguntemos a nuestra pareja dónde y cómo le gusta ser tocada para saber con exactitud. Aunque suene poco romántico, nuestra pareja no es adivina ni la conocemos en automático por el hecho de amarla y/o que nos encante sexualmente.
Además, por increíble que parezca, un ejemplo es que nos han enseñado a creer que los senos femeninos son una zona erógena por excelencia cuando hay mujeres a las que el contacto con esta parte de su cuerpo les produce rechazo o cualquier otra cosa lejana al deseo sexual sin importar la pericia o negligencia del/a compañero/a sexual.
Entre muchas otras zonas erógenas comunes están: El cuero cabelludo, los párpados, los lóbulos de las orejas, los labios (nunca menosprecien el poder de un beso muy bien dado), la lengua, el cuello, los pezones (aun los de los varones… ¡en verdad prueben!), el ano (no necesitan meter nada súper grande ni súper profundo, con estimular el exterior suavemente es suficiente para probar que es rico), el interior de los muslos, la parte anterior de los codos y las rodillas, los pies, y un largo etcétera.
Respecto a la forma e intensidad del tocamiento, la diversidad es aún mayor, pues hay personas que gustan de ser tocadas en diferentes partes con la boca de la pareja, el cabello, las manos, la yema de los dedos, las manos, los pies o la nariz; o con objetos como plumas, telas, vibradores, peluches, hielos, cera caliente, comidas o jarabes de diferentes clases. Esto es trabajo de creatividad y al gusto del/la cliente.
¿Por qué son importantes las zonas erógenas? Una parte importante del encuentro sexual placentero, más que la duración del mismo, es la anticipación y el juego que se le añade al acto sexual, y es precisamente el tomarnos el tiempo para estimular las zonas erógenas lo que puede adornar la relación
sexual más allá que cualquier truco cinematográfico o la obsesiva intención de obtener el orgasmo o dárselo a la pareja. Casualmente cuando no nos centramos en esto último es cuando llega más fácil.