Cuando pensamos en actividad coital que implica la participación masculina, una de las principales protagonistas es la erección del pene, misma que nos imaginamos muy recta y obediente a los propósitos del placer, lo cual en la mayoría relativa de los casos es así.
Frecuentemente nos encontramos con pláticas o artículos sobre disfunción eréctil o detalles que pueden ser molestos a la hora de las relaciones sexuales, pero muy poco sobre la enfermedad de Peyronie.
En este desorden se desarrolla tejido fibroso en la superficie de los cuerpos cavernosos del pene (túnica albugínea), que son responsables de llenarse de sangre para que ocurra la erección. Este tejido fibroso quita la elasticidad a la zona en la que empieza a crecer y provoca un efecto que primero es de ladear y termina por curvear la erección, lo cual es recibido por los hombres que la padecen (aproximadamente el 1%) con ansiedad y/o dificultad para tener relaciones sexuales.
La curvatura puede ser congénita o desarrollarse a partir de un traumatismo (golpe) en el pene estando erecto o no. Cuando se trata del primer caso, se detecta entre los 22 y 25 años, que es cuando el desarrollo del cuerpo está llegando a la cumbre.
Es importante hablar sobre esta enfermedad porque aunque aparentemente existe poco. Las estadísticas suelen ser engañosas porque las personas no somos abiertas u honestas sobre aquello que es muy íntimo, nos da mucha pena o dejamos para después porque creemos que no es tan grave o se va a quitar solo.
La enfermedad de Peyronie comienza con una etapa de inflamación que puede durar entre 1 y 18 meses y luego estabilizarse, pero se trata de una enfermedad progresiva. En sus estados más desarrollados puede ocasionar disfunción eréctil, dolor al tener relaciones sexuales por forzar la curvatura que se ha desarrollado en el pene, y además el acortamiento o estrechamiento del pene. En los casos más graves, el coito ya no es posible.
Con frecuencia, lo primero que encuentra el hombre que la padece es una bolita que puede confundir con cáncer. Sin embargo, no se trata de esto y aunque no es mortal, si no se atiende puede condicionar fuertemente la vida sexual. Si esto le pasa a usted o a su pareja, lo indicado es acudir al médico, preferentemente al urólogo y asegurarse de obtener un diagnóstico adecuado y no le digan “no es nada” cuando si lo sea.
Existen diferentes tratamientos que van desde los medicamentos hasta la cirugía peneana que debe hacer un profesional muy bien calificado, pues siempre la más sencilla y exitosa es la primera (preferentemente única) cirugía, pues si hay más, ya existen cicatrices que dificultan el buen resultado. Es importante saber que no existe un tratamiento eficaz para todos los casos, ni se tratan igual, es decir no todos requieren cirugía o se pueden tratar con el mismo medicamento.
Dicho sea de paso, por las ansiedades propias de padecer esta enfermedad, es importante que el hombre y/o la pareja que se encuentran en esta situación reciban el apoyo psicológico y/o sexológico necesario para lidiar con las dificultades que esto conlleva.