La semana pasada el Gobernador del Estado y la empresa Google firmaron un convenio por medio del que se otorgó a Baja California el uso de la plataforma digital Google Apps for Education. Aunque en el mismo acto mencionaron que se inició ya con la capacitación a profesores de Tijuana, la pregunta que debe permanecer en el aire es: ¿estamos preparados para esto? ¿cuales podrían ser las consecuencias de tomarlo a la ligera?

Tomemos como punto de partida a los actores principales en esta historia y lo que ambos buscan.

Para el Gobierno las acciones se calculan en función de indicadores que se vean bien en los informes y posteriormente, en las campañas políticas del candidato que siga, así que cazarse con el numero uno del mundo en Internet para un fin tan deseable como la educación resulta un excelente negocio, políticamente hablando.

Para Google, establecer un mercado cautivo en el segmento educativo resulta clave para garantizar su hegemonía en una categoría distinta. Como buscador y como plataforma para video (con You Tube) es claro que hasta el momento nadie le gana, sin embargo, ante su lento avance con su red social (Google +) queda claro que no son infalibles, así que todo lugar donde puedan pegar primero implicará pegar dos veces. Pilotear con nosotros un proyecto educativo es un excelente negocio, empresarialmente hablando.

Entonces, si el gobierno y la empresa hicieron un buen negocio... ¿quien pierde?

Imponer una plataforma digital que contiene todas las respuestas a preguntas que nadie ha hecho, es la manera más sencilla de generar un clima de animadversión entre los usuarios y para comprobar esto, bastaría revisar las estadísticas de uso en nuestras universidades, publicas y privadas, que trabajan con el software Blackboard, líder indiscutible en esta categoría.

A los docentes regularmente se les vende la idea de la plataforma como una manera de trabajar menos, sin embargo, en la práctica ha quedado demostrado que el uso de estas herramientas implica trabajar distinto y en muchos casos, trabajar más. ¿Qué sentido tiene contar con un espacio para recibir tareas, por ejemplo, si se carece del tiempo y espacio para evaluar y ofrecer la retroalimentación correspondiente? ¿cómo gestionar el tema de la honestidad académica y evitar el plagio si no existe la tutoría correspondiente?

El tema es tan especializado que la UABC ofrece a sus docentes un programa de formación flexible donde se incluyen cursos especializados para creación, conducción, evaluación y uso de tecnologías de la información... no hablamos de un seminario rapidito de "pícale aquí", sino de una metodología completa que toda institución seria debe observar. El tema no es para tomarlo a la ligera, finalmente, lo que está en juego es la preparación de la siguiente generación.

Asumamos que en este convenio ambas partes tienen las mejores intenciones del mundo y que la tendencia mundial es, indiscutiblemente, el paso a la educación en línea. Con esto como referencia la pregunta sigue siendo la misma: ¿estamos preparados para esto de la forma en que lo plantean? ¿Gobierno del Estado es el más capacitado para esta tarea? ¿no tiene la agenda educativa otras prioridades? ¿qué dicen al respecto nuestras universidades y centros de investigación educativa como el IIDE de la UABC? ¿saben que tenemos expertos de prestigio internacional que investigan la tecnología en la educación? ¿porqué fueron los grandes ausentes si como dijeron el objetivo es fomentar la investigación y la divulgación del conocimiento científico?

De nuevo... asumamos que tienen las mejores intenciones. A mi me queda claro que, al menos el Gobernador, también en este tema tiene los peores asesores.