El próximo sábado a las 4 pm se llevará a cabo la primera Marcha de las putas en Ensenada, misma que saldrá del monumento a Lázaro Cárdenas y terminará en el Parque Revolución.
Este evento se ha llevado a cabo en diferentes ciudades de este y otros países occidentales a partir de enero del 2011 cuando en Canadá el policía Michael Sanguinetti aseguró que las mujeres deberían evitar vestirse como putas si no quieren ser víctimas de violencia sexual. Aunque frases como estas han sido dichas desde que el machismo existe, en aquel entonces hubo una reacción diferente por parte de algunas mujeres que marcharon, como protesta, vestidas provocativamente bajo el argumento de que no importa cómo vistamos, la agresión sexual no es culpa de quien la sufre sino del agresor. Con el paso del tiempo se han agregado otros fuertes cuestionamientos ante los feminicidios, la violencia y la discriminación que sufrimos las mujeres solo por pertenecer a nuestro género y mostrar o desear algo de la libertad (sexual o no) que el patriarcado sistemáticamente nos arranca desde la cuna.
Darle visibilidad a este tipo de protestas y a otros intentos por alcanzar la equidad de género sigue siendo, además de obviamente necesario, muy complicado por todo aquello que hace que frases como esta sean repetidas a mayor y menor escala. Responsabilizar a la mujer por la violencia que sufre está tremendamente sedimentado y tristemente nosotras también repetimos esos patrones culturales. Solo como ejemplo, recordemos que ni más ni menos que Brenda Ruacho, presidente del DIF BC, declaró una frase similar hace poco cuando comenzaba la propuesta de alerta de género en nuestro estado.
Más allá de lo dicho, las acciones también hablan por sí solas en penosos ejemplos como el de Tamaulipas donde un grupo de niños fue sorprendido “jugando a la violación” con una niña de 7 años que fue encontrada en el suelo, sin zapatos ni blusa y atada de pies y manos. Más increíble aún es que cuando el hecho fue reportado, las maestras cercanas al caso declararon que no había pasado nada porque “solo son niños” y que además “la niña había tenido algo de culpa por ser la más bonita y coqueta del salón”.
Obviamente el problema es social y cultural y tanto hombres como mujeres tenemos la responsabilidad de apropiarnos de lo que estamos haciendo para perpetuar la violencia de género en todas sus manifestaciones. En el supuesto de que nuestra forma provocativa de comportarnos o vestirnos es parte del problema, ¿por qué no hablamos también de la consciente falta de control de impulsos por parte del perpetrador que se podría evitar si también desde la cuna se les enseñara cómo hacerlo?
La marcha de las putas tiene como objetivo crear conciencia sobre los estigmas hacia las mujeres por actitudes y formas de vestir que no van con lo que tradicionalmente se espera de nosotras. Además, se busca cuestionar el uso de esta palabra para ofender y criticar a las mujeres, donde el apropiarse de ella y cambiar su significado es una puerta para que deje de ser ofensiva. Es algo parecido a lo que sucede con la palabra “queer” en Estados Unidos.
A ella pueden asistir mujeres y hombres de cualquier edad que deseen unirse a la causa que nos corresponde a todas las personas. Puede hacerse con o sin vestimenta provocativa, pancartas y mensajes alusivos a la equidad de género, en contra de la violencia sexual, validando que “No es no”, contra los prejuicios ante los distintos comportamientos sexuales, entre otras cosas.
Ojalá nos veamos ahí.