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Disfunción eréctil y sus alrededores

En serio… hablemos de sexo

  
Nota publicada el 22 de julio de 2015
por Rocío Linares

En mi vida he conocido muchos hombres. Sobre todo desde que soy sexóloga. La mayoría de esos hombres han venido en busca de respuestas que no existen en internet o en gran cantidad de libros acerca de las disfunciones sexuales.

Entre ellas, a la que se le ha dado mayor difusión en los últimos 20 años, es la disfunción eréctil. En la teoría sexológica, es la incapacidad del varón para sostener una erección lo suficientemente firme para llevar a cabo el coito y/o para mantenerla el tiempo suficiente para satisfacer sexualmente a la pareja.

Esto puede suceder por varias razones y en diferentes circunstancias. La más común es que en una ocasión, por nerviosismo, prisa, expectativas irreales sobre el encuentro sexual o sin razón aparente, la erección no llega o solo lo hace parcialmente. Esto no es una disfunción sexual y no se convertirá en una si reaccionamos de manera adecuada: con la tranquilidad de que es algo que puede pasar en determinado momento sin afectar el resto de la vida sexual.

Cuando hablamos de que esta ya es una situación que se ha repetido por un periodo o serie de actos sexuales, y además preocupa o incomoda al varón o a su pareja, es que hablamos de una disfunción eréctil.

Desde luego que existen otras disfunciones que afectan la vida sexual tanto individual como de pareja, y cada una de ellas puede tener diferentes orígenes. La salud física de la persona o los estragos de los padecimientos pasados, así como su edad; la salud psicológica, donde no hace falta estar “loco o loca” para desarrollar una disfunción: basta con algo tan común como el estrés o el agotamiento mental para no podernos explayar sexualmente; también están las cuestiones educativas que tienen que ver con las prohibiciones y significados alrededor de la sexualidad; y por último están los factores sociales y culturales, que van desde el hacinamiento (que vivan demasiadas personas en una casa muy pequeña y esto merme la privacidad de la pareja) hasta los estereotipos de belleza y cómo los procesamos: si no tenemos una sana autoimagen corporal, difícilmente tendremos y proyectaremos la seguridad necesaria para llevar a cabo la relación sexual plena en autoestima y estima de la otra persona. Esto aun cuando no se trate de una pareja estable.

A esto hay que agregar que a veces las disfunciones sexuales parecen caprichosas, pues las hay ocasionales que incluso no afectan la vida sexual, las hay permanentes y las hay selectivas, es decir, se trata de que solo pasa con una persona o una situación particular. Con esto explico que es común que, por ejemplo, el hombre pueda tener relaciones sexuales con alguien que no sea su pareja, pero en casa no. Las razones pueden ser muchas.

Sea como sea, la disfunción eréctil suele ser sumamente generadora de ansiedad entre los varones y traer conflicto a la relación de pareja que también es importante tratar de forma adecuada cuando la situación es crónica.

Usualmente la pareja se desanima y, sobre todo si es mujer, empieza a sospechar que el hombre ya no la desea y la autoestima de la otra persona empieza a ser otro tema. Es importante que cada causa y consecuencia de la disfunción sexual sea platicada al interior de la pareja para poder superar la situación.

Algo bien importante es que las disfunciones sexuales usualmente son un síntoma de algo más en la vida de quien la padece, así como de la relación de pareja si esta existe.

En este punto es obvio que el tratamiento de la pastilla azul puede ser efectivo pero no suficiente para todos los casos. Está comprobado que el tratamiento médico es de ayuda cuando la causa de la disfunción eréctil es el desgaste natural de la edad o padecimientos médicos en los vasos sanguíneos. Aquello que tiene que ver con la relación consigo mismo y/o con la pareja, no se arregla con una pastilla.

Aquí regreso a lo dicho al inicio de la nota. Lo que no se dice usualmente es que tanto hombres como mujeres podemos necesitar eventualmente de un proceso de contención y apoyo psicológico y/o sexológico para superar una situación que se nos sale de las manos.

En el caso del tratamiento sexológico, les diría que no es del otro mundo como mucha gente que me ha preguntado lo piensa. A veces la gente viene a mi consultorio con la fantasía de que tengo juguetes o herramientas de última tecnología y voy a solicitar hacer cosas que no van con el tratamiento. Si está usted en esta situación de duda sobre si pedir ayuda o no, le puedo decir con honestidad que es un proceso cálido de acompañamiento y guía. Las tareas “de campo” se hacen 100% en casa.

En mi caso, puedo decir que ha sido un honor y gran aprendizaje el acompañar a estos hombres y sus parejas a mejorar su vida sexual y de pareja, y descubrir que cada hombre y su pareja son diferentes y necesitan un tratamiento distinto, pero sobre todo sincero. Espero que nos sigamos sumando a romper el silencio sobre estos temas para los que puede ser difícil dar el primer paso de hablar de ellos por vergüenza, culpa o cualquier otro factor.

Rocío Linares. Licenciada en Psicología UABC. Maestra en Sexología Educativa, Sensibilización y Manejo de Grupos IMESEX. rociolj84@gmail.com
 
 

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