Literal. Vienen y los dejan. Los abandonan a su suerte. En harapos, desprotegidos, indefensos. Suman decenas en los últimos meses y cientos en los años recientes. Y se ven por el centro y periferia de la ciudad. Otros son vistos y casi arrollados por automovilistas que usan las carreteras libres que comunican con Tijuana y con Tecate.

Y es que de allá los traen. Es una “limpia” de enfermos mentales y drogadictos que ocurre en aquellas ciudades desde hace años y de la cual las autoridades están enteradas. Tan enteradas como involucradas.

Agentes preventivos de Ensenada indicaron bajo la condición del anonimato, que en el transporte de enfermos mentales y drogadictos se utilizan unidades y recursos oficiales de otros ayuntamientos, así como de agrupaciones civiles que operan centros de “rehabilitación”. Que se tienen detectados los sitios en donde los abandonan: en la entrada del Sauzal, rumbo al Salitral, en el Valle de Guadalupe.

Muchos son abandonados semidesnudos, descalzos. Y así se mueven. Cruzan calles y avenidas de la ciudad indefensos, sin rumbo. Pero con el hambre, con el frio y el calor que no hace distingos.

Recientemente, el director de Seguridad Pública Municipal de Ensenada, Rogelio Villarreal Montemayor, reconoció que son muchos los enfermos mentales y drogadictos que vagan por la ciudad, pero que poco se puede hacer para contrarrestar el problema. La instrucción a los agentes preventivos es no detenerlos a menos que sea de extrema urgencia. Y es que las celdas disponibles no reúnen las condiciones de seguridad, además de que se carece de personal especializado para su atención.

Del acarreo y transporte de “enfermos” de Tijuana y Tecate a Ensenada, se ignora si el titular de la policía preventiva está enterado. En aquella ocasión no se le cuestionó al respecto. Pero agentes bajo su mando si lo están, lo han estado desde hace años.

Miroslava Cuellar Cansino, siendo regidora local, denunció públicamente este “tiradero humano”. Y lo hizo hace muchos años. Pero su denuncia, aquella, como las de ahora, se perdió en la apatía gubernamental. Cuellar se hizo llegar de informes en torno la forma de traer a este puerto a enfermos mentales de otras ciudades.

Y lo evidenció.

De sus revelaciones a las de ahora, no se advierten muchos cambios, que no sea la cantidad de personas que son víctimas de este manejo sucio e inhumano de un problema social que se agiganta.

Revelaciones últimas

Baja California adolece de programas de asistencia y atención especializada a favor de personas con problemas mentales. De infraestructura, nada que hablar.

Se sabe que muchos de los enfermos mentales que deambulan por las ciudades de la entidad provienen de familias que no pudieron o quisieron asumir su responsabilidad. Otros, demasiados por cierto, son víctimas de una adicción a drogas que causaron daños irreversibles.

Suma de factores que dan como resultado un desajuste social que seguirá arrojando víctimas y fortaleciendo una tan obvia apatía gubernamental.