Pues nada, que la desinformación es alarmante. Tan alarmante como contundente. Casi todos hemos escuchado del apagón analógico, de la temible chikungunya y de las muertes que ha cobrado la rickettsia, pero pocos sabemos con certeza que significa el primero, cómo se manifiesta la segunda y cómo se contagia la tercera.

Las autoridades han invertido tiempo y mucho dinero para informar sobre estos temas, pero es evidente que su manera de informar no ha sido la más efectiva.

Del apagón oímos mucho, pero conocemos casi nada. Pocos saben con precisión en qué consiste, cuáles serán sus beneficios y del porque de su aplicación.

Millones de familias han recibido con carácter de gratuito un televisor digital de parte del gobierno federal, pero no les han dicho que hacer con sus televisores, como distinguir entre aquellos que son digitales y los que reciben señales analógicas.

La entrega de televisores, en tanto, es vista como una acción con estrictos propósitos electorales por parte de partidos políticos opositores al que está en el poder. Pero los que cuestionan la entrega tampoco contribuyen en precisar las dudas sobre el apagón analógico. Por el contrario, le abonan.

De la chikungunya vaya que si hemos oído. El gobierno federal ha utilizado millones de spots en sus tiempos oficiales de radio y televisión para alertar sobre la enfermedad, pero no ha sido efectivo en explicar cuáles son los síntomas de la misma.

Aunque resulte complicado de creer, bien podemos cantar el tema de la chikungunya y estar contagiados del mal sin saberlo.

La autoridad debe ser contundente y precisa en sus emisiones de alerta. Más que una canción pegajosa, lo que se ocupa es información que ejemplifique las vías en que el mal se transmite, pero sobre todo los síntomas a considerar en caso de una sospecha de contagio.

De la rickettsia, la bacteria que causa la enfermedad conocida como rickettsiosis, ocurre algo muy similar. Mucha información periférica, pero poca información que alimente la prevención. La información se ha centrado en el combate de la garrapata, como si fuera este parasito el único vehículo de un posible contagio.

El gobierno, en el caso especifico de Baja California, destina esfuerzos esporádicos para alertar sobre los riesgos que representa contraer la enfermedad. Lo hace a través de la distribución de folletos en los cruceros y de anuncios preventivos en los medios de comunicación. Nada más.

Del combate directo y con acciones sanitarias en las zonas consideradas de alto riesgo, muy poco se hace por no decir que nada.

Y esto a sabiendas de que la bacteria de la rickettsia está presente en cientos de colonias populares del municipio de Ensenada, que son miles las familias que se encuentran en situación de alto riesgo ante la posibilidad de contraer la enfermedad.

Un riesgo que no se desvanece con esfuerzos esporádicos y campañas de preventivas incompletas y confusas.