Debido a las más recientes noticias sobre feminicidios en nuestra entidad, donde se han reportado tres muertes violentas de mujeres en una semana, hacen que se vuelva imperativo poner en claro algunos puntos acerca de la violencia sexual y de género que vivimos no solo aquí, sino en la mayor parte del mundo aunque sus manifestaciones cambien de acuerdo a la cultura local.

Hay quien menciona con justa razón que basta de distinguir los asesinatos de personas entre homicidios y feminicidios, pues se trata de la muerte violenta de seres humanos. Respecto a esto cabría mencionar que parte de lo que se pretende es darle nombre a aquello que “se incluye” invisibilizantemente en un solo concepto. Lo que no se menciona no existe, se vuelve tabú, y ese es uno de los principales problemas al momento de hablar de la sexualidad desde muchos focos. Por eso en años recientes hemos visto el nacimiento y mayor énfasis en una serie de términos para referirnos a diferentes identidades y características de la sexualidad.

La violencia en cualquiera de sus formas tiene la característica principal de que tiende a ser cíclica y espiralizada, es decir a repetirse en sus patrones pero con mayor intensidad. Es decir, que esto que hoy vivimos tiene un comienzo en la cultura que invisibiliza otras manifestaciones de la violencia en sus comienzos.

Actualmente la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia establece la distinción entre hostigamiento y acoso sexual estableciendo que:

“Hostigamiento sexual es el ejercicio del poder en una relación de subordinación real de la víctima frente al agresor en los ámbitos laboral y/o escolar. Se expresa en conductas verbales, físicas o ambas, relacionadas con la sexualidad de connotación lasciva. El acoso sexual es una forma de violencia en la que, si bien no existe la subordinación, hay un ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima, independientemente de que se realice en uno o varios eventos”.

En ambos casos se trata de comportamientos con tintes sexuales no deseados ni solicitados que incomodan a la persona que es blanco de los mismos. Pueden darse una o más veces e incluso disfrazarse de afecto o atracción, pero que dejan a la persona con sentimientos de intimidación o en estado de amenaza.

Con lo antes mencionado no implico que estos tres feminicidios de los que actualmente tenemos noticia hayan comenzado desde ahí, eso está siendo investigado por las autoridades correspondientes en los casos que aún no se esclarecen. Existen además otros elementos y circunstancias por tomar en cuenta que definitivamente no caben en esta nota. La pregunta es: ¿Cómo vivieron en su momento la violencia cíclica y espiralizada algunas de las 45 mujeres asesinadas registradas en este año? Eso no puede responderse ya, pero si podemos saber en qué camino estamos el resto de las personas en cuanto al tema:

¿Nos han hecho insinuaciones o propuestas sexuales inapropiadas para nosotros por su contexto o por la persona que las hace? ¿Piropos o comentarios no deseados sobre nuestro cuerpo o forma de expresarnos? ¿Invitaciones insistentes a salir que implican sentimientos de culpa o malestar por negarnos? ¿Miradas insistentes o morbosas? ¿Mensajes con contenidos sexuales por vía electrónica? ¿Cualquier tipo de acercamiento corporal indeseado como roces, besos, manoseos, etc.?

En caso positivo es importante que sepamos que el hostigamiento sexual está tipificado como delito en el Código Penal de nuestra entidad, así como en Leyes Federales que están para proteger a las personas de estos sucesos.

Sabemos que la aplicación de las leyes en nuestro país no es la más fiel del mundo, y sin embargo existen organismos e instancias a las que podemos acercarnos antes de que nuestra persona o familia tenga una pérdida lamentable cuando puede evitarse, cuando se trata de esta espiral que puede empezar en lo que parece un simple coqueteo.

La más reciente aportación fue hecha por Lorena Cruz Sánchez, titular del Instituto Nacional de las Mujeres, durante la reunión del Sistema Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres (SNIMH), donde se reveló que se creará un protocolo nacional de procedimientos de acompañamiento y canalización para las personas que han sufrido hostigamiento y acoso sexual, que estará basado en la fusión y estandarización de alrededor de 100 que ya se estaban llevando a cabo en diferentes instituciones de la república.