No, para nada. Puede parecer, pero no. No es una vacilada. Las candidaturas independientes a puestos de elección popular son algo serio. Demasiado serio.
Su éxito no depende de la casualidad, de ocurrencias o caprichos personales. Por supuesto que no.
Los proyectos “independientes” exitosos han tenido como aliados coincidentes una figura con reconocimiento público, popularmente aceptable, con arraigo y cobijado de estrategias mercadológicas innovadoras.
El triunfo del “Bronco” en Nuevo León, es un claro ejemplo.
El ahora gobernador de aquella entidad sacó provecho de las circunstancias que se orientaron a su favor. Conjugó su pasado como militante de un partido político, su trayectoria como empresario, su personalidad polémica y el correcto manejo de las tecnologías de la comunicación.
Se vendió como la alternativa que más convenía a una sociedad fastidiada y fue bien comprada. No fue una vacilada, entonces.
En Jalisco y Sinaloa coincidieron estos factores y los resultados también favorecieron a candidatos independientes.
Pero lo que ocurrió allá, no necesariamente tiene que ocurrir aquí. Por supuesto que no. Por mas fastidiada y harta que se encuentre la sociedad. Por más que haya caído la credibilidad ciudadana para con los partidos políticos.
Si alguno de los factores que se requieren para hacer prosperar una candidatura independiente no se presenta, el proyecto terminará por sucumbir, por fracasar.
Y siendo sinceros, varios de los que se han apuntado como propuestas independientes para buscar la alcaldía de Ensenada no reúnen los factores que se ocupan para triunfar en las urnas.
Por si fuera poco, habrá que agregar que la autoridad electoral dispuso de “candados” complicados de abrir para los independientes. Candados que fueron cerrados y las llaves arrojadas quien sabe dónde.
Ante este entorno, se antoja sumamente complicado que en las elecciones de junio próximo un candidato independiente pueda acumular el voto mayoritario de los ensenadenses. Si, algo sumamente complicado.
Será cuestión de tiempo para comprobar cuál de las pretendidas candidaturas independientes está sustentada en un proyecto serio y cuál alimentada por intereses personales, por caprichos o una mera vacilada.
Cuestión de tiempo, nada más.