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De LGBT a GSRDI

En serio… hablemos de diversidad sexual

  
Nota publicada el 31 de enero de 2018
por Rocío Linares

La diversidad sexual así como su historia es tan basta como la humanidad misma. Empezó a tener algo de visibilidad científica y de activismo formal a partir de que en 1869 el escritor húngaro Károly Mária Kertbeny acuñara el término “homosexualidad” cuando dio comienzo la diferenciación de algunas diversidades que al no mencionarse o tener nombres propios, se hacía de cuenta que no existían tanto para las sociedades como para la ciencia.

A partir de él hubo otras personas que se unieron al activismo por los derechos humanos y en especial por los derechos de la luego llamada “comunidad homosexual” o “comunidad gay”, fenómeno mismo que se repitiera en México a partir de la redada ocurrida el 18 de noviembre de 1901 en el evento conocido como el “Baile de los 41” (que en realidad eran 42). A pesar de los esfuerzos del gobierno porfirista de aquel entonces, la noticia salió en los periódicos y a pesar de que el participante 42 desapareció de los registros oficiales, se sabe que era el yerno del entonces Presidente Dictador. Carlos Monsiváis escribió en el transcurso de varios años una serie de ensayos en donde describe el destape y desarrollo posterior de la comunidad homosexual en México.

Fue hasta los años 90 del siglo XX, después de que la homosexualidad fuera retirada en los 70’s de los libros de psiquiatría y por tanto ya no se considerara enfermedad mental, que empezó a haber una observación más cuidadosa y fue patente una distinción de género, en donde ser lesbiana y ser gay varón no es igual por muchas razones, A su vez, la experiencia de las personas que se veían a sí mismas como bisexuales era un tanto distinta y por momentos más dura que la de las personas que solo prefieren un género para su convivencia erótica. A su vez hubo que distinguir entre todas estas variantes de preferencia genérica de aquellas personas que tienen discordancia de género. De ahí que la antes llamada “comunidad homosexual” se convirtiera después en “Comunidad LGBT”, venidas estas siglas del habla inglesa y cuyo significado es “Comunidad Lésbica, Gay, Bisexual y Trans”.

Más adelante fue necesario distinguir entre las personas Trans que solo trascienden el vestido y las que lo hacen con el género o además con el sexo. Aquí fue donde se agregó a estas siglas a las personas travestis, transgénero y transexuales, y entonces quedaron como “LGBTTT”.

Estas últimas siglas para designar a la comunidad ya no solo homosexual sino diversa, dejaban de lado a otras variantes que tienen que ver con las condiciones intersexuales, y fue entonces que este aproximado 1% del total de la población mundial se incluyó agregando una “I” al final, quedando como “LGBTTTI”.

Posteriormente, viendo que se agregaban cada vez más siglas a la nomenclatura de la comunidad y que no tenía para cuando incluir toda la diversidad, se originó el movimiento Queer, que apoyaba que no existieran distinciones que solo nos dividen y solo enorgullecernos de ser parte de la diversidad sexual humana, si bien se está fuera de la heterosexualidad normativa u otras cuestiones socialmente aceptadas. Hay argumentos a favor y en contra de esto y mientras tanto, a pesar de no desear de inicio ser incluidos en aquella larga y rara cuestión, hay a la fecha quien lo escribe y dice como “LGBTTTIQ”, cosa que parece hasta redundante.

Finalmente, hace poco se propuso el uso de otras iniciales, “GSRDI” que significan “Géneros, Sexualidades y Romanticismos Diversos e Intersexo” con la intención de que aunque surjan nuevas variantes, estén incluidas todas las cuestiones que pueden variar tales como la identidad, las formas de expresión y convivencia erótica y las condiciones intersexuales. Aun no existe una última palabra para envolver la riqueza de la diversidad sexual, pues seguimos descubriendo formas conforme pasa el tiempo.

Veremos qué más surge, pues sigue siendo necesario crear nuevos lenguajes que sean inclusivos de todas las realidades para poder así evitar la discriminación que hoy por hoy sigue tristemente siendo parte de la cotidianeidad para muchas personas no heteronormadas, y aun para ellas cuando tienen otras situaciones.

Rocío Linares. Licenciada en Psicología UABC. Maestra en Sexología Educativa, Sensibilización y Manejo de Grupos IMESEX. rociolj84@gmail.com
 
 

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