Hasta ahora no he dedicado una nota en particular a los temas estereotipados de publicaciones sobre sexo por varias razones. Recorro los puntos de venta de revistas, los sitios en internet e incluso algunas publicaciones en libro tradicional de papel y suelen redundar sobre algunos temas que suelen llamar la atención y estimulan el consumo de ese material:
“Cómo volver loco a un hombre en la cama”, “Vuélvela loca de placer con estos 8 tips”, “Manual para lograr los mejores orgasmos”, y un largo etcétera de similares.
Si usted ha seguido mis publicaciones sabe que he hablado en algún momento de ciertos puntos en el cuerpo, sobre los sentidos y algunas formas que pueden servir como opciones para agregar elementos a la vida sexual coital. Sin embargo, hasta ahora me enfoco en el que probablemente es el más importante de todos sin importar si conocemos propiamente la fisiología de la respuesta sexual humana al momento de tener relaciones sexuales: el erotismo.
Antes de continuar leyendo, le pido se pregunte: ¿Qué es el erotismo para usted? ¿Cómo es su vida erótica? ¿Desde cuándo la tiene?
Muchas personas responden estas preguntas ahondando en detalles sobre su vida sexual y/o coital, lo cual es un resultado del uso de la palabra “erotismo” como similar de “sexy”, “provocativo” o “cachondo”, cuando esta parte de nosotros trasciende por mucho a la vida sexual. La incluye, pero no se limita a ella.
El erotismo es nuestra capacidad creativa. Sigmund Freud en su tiempo hablaba de dos pulsiones básicas, que son el Eros y el Tanatos. Ambos adquieren sus nombres de la mitología griega, donde tanatos es la personificación de la muerte, que Freud rescató para nombrar a este impulso que nos hace buscar la autodestrucción, el miedo a la vida, la pasividad y demás cosas por el estilo, y por otro lado está la pulsión de la vida y la creatividad que viene de Eros, conocido por ser el Dios del amor, la fertilidad y otras cosas similares dependiendo de la interpretación posterior que nos toque conocer al respecto. Todas las personas tenemos ambos impulsos y de vez en cuando nos domina uno o el otro, e incluso podemos identificar circunstancias y ciclos en los que cada uno se manifiesta con más intensidad.
La vida erótica es en la que nosotros nos llenamos por medio de los sentidos. Ser sensual es dar rienda suelta a lo que podemos hacer con los sentidos. Ver, oler, degustar, sentir, escuchar.
Somos más eróticos cuando nos dejamos llevar por nuestras sensaciones y nuestra creatividad, ponemos atención en los detalles, en el presente. Si lo llevamos a las relaciones sexuales, imagine la circunstancia: solo estar ahí sin pensar en absolutamente nada externo a este momento y solo sentir.
No por eso olvidamos el condón o nos volvemos promiscuos, pues al contrario: si hacemos contacto con nuestro potencial erótico nos daremos cuenta de cómo amamos, de cómo sentimos y sobre todo podremos abrirnos a observar y ser observados, realmente absorbidos por nuestra pareja en las formas que quienes lo viven mencionan como inexplicables. Cuando conocemos eso difícilmente nos conformamos con menos.
Con frecuencia escuchamos decir a algunas personas que son muy eróticas y sensuales refiriéndose a que son provocativas o que su autoimagen sexual es elevada. Sin embargo, el erotismo es algo que si bien es parte de una vida sexual sana y plena, trasciende a esta parte de nuestra existencia y puede inundar todos los ámbitos en los que nos desenvolvemos si la dejamos ser, aunque no es fácil.
Pregúntese entonces: ¿Cómo amo? ¿Cómo siento? ¿Cómo le hago para bloquearme y no sentir (corporal y emocionalmente) y en qué áreas de mi vida?
Si podemos contestar estas preguntas aparentemente simples, estaremos en la posibilidad de conocer nuestro erotismo en otros caminos que los miedos, las trabas propias de la vida adulta y los traumas nos han venido cerrando.
Sin esto, un recetario de posturas, partes del cuerpo y consejos de cómo besar o copular mejor en realidad no sirve de mucho, pues entonces estamos aprendiendo a operar una especie de máquina corporal (desde la razón) y no a estar en contacto con una persona (desde las emociones y sensaciones).
La pregunta cambia de “¿cómo puedo tocar/besar/operar mejor un cuerpo?” a “¿cómo puedo entrar en contacto real con mis sensaciones para gozarme y gozar de la otra persona no solo sexualmente sino en todo?”
Cuando nos respondemos también tenemos la oportunidad de que se terminen algunas disfunciones sexuales, orgasmos fingidos, situaciones de violencia, de aburrimiento sexual, etc. El primer paso es deshacernos de la idea de que sabemos algo, pues entonces todo en él, ella y nosotros será nuevo.