El primer error que cometemos en cuanto a la identidad sexo-genérica, cuando vemos un ultrasonido en el que el sexo biológico es notorio o al momento del nacimiento si no hubo tales ultrasonidos. Dicho error consiste en que es el momento en el que exclamamos “¡Es niño!” o “¡Es niña!” y asumimos que será lo que para nosotros consta a simple vista.
Por fortuna para quienes afirman esto con tanta seguridad, la mayoría de las personas realmente se identifican con aquello que se les asigna e inyecta culturalmente desde antes de nacer, es decir, su identidad de género coincide con su sexo, a esto se le llama una persona “cis”.
Lo complementario y que de alguna forma todavía se torna contrario al momento de su visibilización social, es el ser “trans”. Cuando una persona es “trans” no puede ser “cis” y viceversa. Por tanto decir que alguien “nació mujer y luego se hizo hombre” es a todas luces incorrecto y es una forma primaria de transfobia en donde no es necesario usar otra arma que la del lenguaje que usamos incluso dentro del área de la salud. Nuestro contexto heterosexista y transfóbico nos da como resultado el pensar que es así: “heterosexual/cisgenero/cisexual hasta que diga o se pruebe lo contrario… incluso con ciencia muy específica de por medio que explique por qué se sale de la norma”.
Esta violencia en el lenguaje también aplica cuando nace un bebé que no se sabe a simple vista si es biológicamente masculino o femenino, pues aún se dan a conocer noticias en donde no se sabe cómo llamarles, cuál género usar para dirigirnos a ellos o ellas y en general existe cierta ansiedad alrededor de ellos y ellas, cuando en realidad ninguno de nosotros sabemos con certeza hasta que esta persona tiene aproximadamente un año de edad y comienza a ser evidente con qué se identifica realmente, más allá de cualquier suposición e incluso cualquier estudio de cariotipo.
En este sentido el idioma realmente no nos ayuda, ya que para todo tenemos femenino y masculino, y la creación de un idioma inclusivo y/o neutral es toda una faena.
La idea es saber que las personas nacen siendo lo que son, no es que una persona trans cambie de un día para otro su identidad o su cuerpo. La identidad es la que es desde muy temprano en la vida, y no hay terapia física o psicológica que cambie eso. Es por esa razón que lo que si se hace por periodos es la transformación del cuerpo cuando la persona la solicita, pues no siempre es necesaria.
Una de las primeras cosas, de las más sencillas que podemos hacer si tenemos cerca un(a) estudiante, amistad, pariente cercana(o) o lejana(o), paciente, compañera(o) de trabajo, etc., es llamarle con el nombre y género que se identifica y no tratarle distinto que si hubiese nacido de inicio con el sexo que usted cree que debería de tener para llamarle así.
Algo más que es importante para quienes nos dedicamos a la salud es asumir que no se trata de ninguna enfermedad, si bien pueden requerir de nuestros servicios de salud especializados.