Porfirio Díaz habiendo sido designado por el General Ignacio Zaragoza como general encargado de proteger el lado oriente de la plaza y al ser uno de los grandes héroes de la defensa de Puebla, en contra de los Francés en la batalla del 5 de mayo de 1862, decidió 39 años después establecer este día como fiesta nacional.

Esa celebración, la del 39 aniversario, fue un acontecimiento militar y una oportunidad para que todas las clases sociales rindieran homenaje de gloria a los grandes héroes de la memorable jornada.

Así fue narrado en su momento: "Se efectuó una de las agradabilísimas manifestaciones de valor disciplinario de nuestro ejército, poniendo en prácticas grandes maniobras a la vista de nuestro Presidente del Republica, distinguidos militares, representantes de diferentes países y lo más granado dela sociedad mexicana que orgullosos veían en nuestro ejército nacional una garantía de seguridad en contra de invasores que quisieran invadir nuestra república".

El sitio elegido para que las tropas evolucionaran hasta disponerse a que nuestro Presidente de la Republica pasara revista de ellas, fue la extensa planicie de ¨La Vaquita¨. Se mandaron construir tribunas donde el público invitado pudo presenciar cómodamente la gran ceremonia militar.

La tribuna colocada en el centro era de honor, y allí se instaló el señor Presidente de la Republica acompañado de sus Secretarios de Estado, Diplomáticos y los más distinguidos militares de México. Durante las primeras horas de la mañana la ciudad se puso en movimiento, para asistir a la fiesta militar, que se prolongó hasta la tarde noche.

Se rindió un homenaje a los supervivientes inválidos de la cruenta guerra efectuada hacia 39 años, reconociendo nuestro Presidente el patético abandono en que se tienen a estos héroes, que orgullosamente se presentaron luciendo sus condecoraciones y siendo acompañados por sus familias, Luis Parada, Felipe Longo, Agustín Espíndola y otros.

El Presidente se comprometió a darles una vida más digna y ayudarlos económicamente.