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30 monedas de oro por la Baja California

Concesión de venta a Jacob Leese por Benito Juárez.

  
Nota publicada el 12 de mayo de 2016
por Rafael González Bartrina

El Presidente de la República era don Benito Juárez García, la fecha era el 10 de junio de 1863. El ejército francés ocupa la Ciudad de México. En esa fecha se inicia el peregrinar del Gobierno de la República. Todo México se encontraba envuelto en la lucha contra el Imperio de Maximiliano.

Mientras…. En el otro México, ese que inicia en Sonora donde divide a los Méxicos el imponente y descorazonado Desierto de Altar, ese otro México separado de la madre patria por el majestuoso rico y precioso Mar de Cortes, o Golfo de California. Mientras decía, en esta porción del México olvidado y lejano miles de kilómetros cuadrados permanecían desolados y deshabitados. Entrañas de la madre tierra albergando riquezas en minerales preciosos. Sus mares repletos de riqueza marina. Su sueño letárgico como de coma. Esperando.

En los vecinos Estados Unidos, firmemente creyentes del “Destino manifiesto” no pasaba desapercibida la situación de desinterés nacional hacia Baja California. Ya se habían expandido hasta las costas del Océano Pacifico, entonces, voltearon hacia el sur. Hacia nosotros, hacia el México en guerra y el México desprotegido.

Surge una gavilla de inversionistas estadounidenses que se acercan a Juárez con la propuesta de adquirir los derechos de propiedad para fines de colonización de la península de Baja California, no de una parte, no de la mayor parte, de toda la península!

Juárez que en su gobierno montado en el Carruaje carece de lo más elemental económicamente entretiene y escucha la oferta. Los dólares que se ofrecen no son necesariamente como las 30 monedas de oro de Judas, solamente difiere la cantidad.

$100,000.00 dólares, eso sí, pagaderos en cómodas mensualidades por un periodo de 120 días…..

Las condiciones las dictaban los compradores, Juárez estaba ahorcado, metafóricamente, acepto la “oferta”, aunque reduce el área en una pequeña proporción y “protege” a las poblaciones y ranchos que ya tenían propietario. Y el día 30 de marzo de 1864 firma lo que se conoció como “Concesión Leese”. Comprendia todas las tierras no habitadas entre las latitudes 24 Grados Norte y 31 Norte (Digamos que del sur de La Paz a Cabo Colnett) El representante y director de los inversionistas era el Sr. Jacob Primer Leese, quien ya era un reconocido terrateniente en el incipiente estado de California donde él y su familia política los Vallejo poseían miles de hectáreas y de tierras y así mismo miles de cabezas de ganado.

Algunas de estas “condiciones” eran: “7ma. Dentro del término de 5 años, contados desde el día de aprobación de este proyecto de colonización, los empresarios introducirán en el territorio doscientas familias de colonos cuando menos….. 8va. Las salinas Ojo de Liebre y San Quintín, que al presente son rentadas por el gobierno, cuando el contrato presente haya expirado, serán rentadas a dicha colonia por el término de 20 años, con la condición de que serán pagados al gobierno 20 reales por tonelada de sal que sea exportada….. 10mo. Los colonos serán independientes en su administración municipal, en virtud de lo cual se les otorgará el poder para poder organizar libremente todas las instituciones que consideren adecuadas….. 16vo. El empresario adelantará la suma de cien mil dólares a cuenta del precio de las tierras que van a colonizar, entregando, al término de ciento veinte días después de firmarse el acuerdo, la dicha suma de oro mexicano en San Francisco, California, al cónsul mexicano en ese puerto.”

Abreviando esta reseña, paso a relatar el desenlace. Esfuerzos fútiles no lograron ubicar a 200 familias. Por lo tanto y en base a las condiciones establecidas el presidente Juárez canceló la concesión en el mes de julio de 1871….SIETE AÑOS Y CUATRO MESES. Y, por supuesto compensando a los inversionistas con derechos de explotación exclusiva de Orchilla, moluscos y sal de las grandes lagunas de Ojo de Liebre, San Quintín y San Ignacio.

La ironía de todo este fracasado intento de colonizar nuestra comarca peninsular era que “ni gratis” aceptaban los habitantes estadounidenses a quienes se les habían acercado para tratar de convencerlos para que participaran en esta aventura.

El primero de muchos, y seguramente no el ultimo de querer apoderarse es este nuestro México.

Rafael González Bartrina. Rafael González y Bartrina. Miembro del Seminario de Historia de Baja California y del Consejo de Administración del Museo de Historia de Ensenada A. C. rafaelgonzalezbartrina@gmail.com
 
 

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