Para comprender el presente, hay que conocer y aceptar el pasado. Quien no mira atrás difícilmente aceptara el presente y no podrá construir su futuro.
Paris 1906 para el periódico el Mundo Ilustrado de México.
No hace mucho tiempo, la curiosidad del público Mexicano se excitó a propósito de un nuevo paso feminista proveniente de las parisinas: una mujer adoptó el oficio de cochero y a su ejemplo otras varias emprendieron igual ocupación.
Hoy una mujer emprende el oficio de chaiffeur y seguramente en breve tendrá imitadoras.
¿Veremos en un día no muy lejano, en México a nuestras mujeres, tímidas en su mayoría, ocupar los pescantes de nuestros ruinosos simones? Hay que esperarlo y temerlo todo.
La mujer que acaba de hacer su debut en Paris, como Chauffler de un automóvil de alquiler es madame Decourcelle y ella misma ha escrito sus impresiones respecto a su primera jornada.
¨A la mañana siguiente del día en que debute como cochera no cochero, los periódicos anunciaron que la valiente mujer se lanzaba por Paris y no temía afrontar a la multitud. Esto fue bastante simpático: la acogida que me hicieron, me dio valor y me permitió alentar nuevos proyectos.
Pensé inmediatamente en conducir un auto, pero era preciso no perder tiempo.
En mis ratos perdidos aprendí el mecanismo de las diferentes piezas y en el mes de febrero del año pasado, me sentí bastante segura de mí para pedir permiso de manejar. Lo obtuve ¿Pero quién querría confiarme su vehículo?
Continúe siempre conduciendo mi caballo favorito que se había hecho popular. Mis clientes lo estimaban también y a menudo, al fin de un carrara, le daban un pedazo de azúcar que se había ganado bien.
Pero a pesar de que la idea de sepárame de mi animalito me apenaba un poco me arme de valor y me decidí.
Me presente al garaje un poco temerosa de la acogida que me hicieran. El propietario del garaje me pareció un poco sorprendido y con admiración me invito a hacer mis pruebas de conducción.
Conduciendo con alegría y admiración para quienes nos veían recorrí todo Paris después de este largo paseo, regresamos y fui admitida inmediatamente.
Llena de confianza, pensé iba a experimentar las mismas sensaciones que el día que debute de cochera, cambie mi sombrero cochera por mi gorra de chofer y deje el garaje. Un sentimiento de curiosidad se pintaba en todos los rostros y solo oía yo, a mi paso comentarios, al llegar a los lugares más concurridos, los apostrofes se hicieron más claros y me asombre de que no fueran demasiados desagradables, debo decir que estos siempre fueron muy alentadores, todos los días pienso en mi buen caballo lo visito y le doy su terrón de azúcar¨