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De dudas, de interrogantes; de silencios

Revelaciones

  
Nota publicada el 17 de agosto de 2016
por Alfredo Mendoza Rodríguez

El próximo 25 de agosto estaría cumpliendo un año de edad. Pero no, la pequeña Guadalupe que nació prematura, falleció 48 horas después en las instalaciones del Hospital General de Ensenada.

Los padres de la recién nacida acongojados por el fallecimiento, corrieron los trámites necesarios ante las autoridades del nosocomio para la entrega del cuerpo y darle la despedida obligada.

Hasta ahí, entre la pena, todo normal. Hasta ahí.

Y es que cuando se apersonaron ante los encargados del Servicio Médico Forense (Semefo) para el reclamo del cuerpo de la pequeña Guadalupe, se les sumó otra mala noticia:

El cadáver no estaba. No. No estaba. Estuvo pero ya no estaba.

Y vinieron los reclamos, los señalamientos públicos, la denuncia.

En el Semefo se zafaron. Ahí aseguraron que el cadáver de la recién nacida lo entregaron a los responsables de los Velatorios que el DIF estatal administra aquí.

De ahí entonces se esfumó. Sí, desapareció.

La PGJE intervino y llamó a declarar a empleados del Semefo y de los Velatorios. Todos, de acuerdo a la autoridad que procura justicia en la entidad, dijeron lo que sabían pero ninguno supo decir que pasó con el cuerpo de la recién nacida.

Luego vinieron las recomendaciones, esas que aparecen como colofón como cuando se quiere terminar con algo que incomoda, que exhibe, que evidencia.

Y por último el silencio. El silencio de todos. Incluyendo el de los padres de la pequeña Guadalupe.

Un silencio que genera dudas y alimenta interrogantes.

¿Dónde quedó el cadáver de la recién nacida?

¿Quién lo sustrajo? ¿Para qué?

¿Cómo desapareció? ¿Dónde el castigo para los responsables?

Ha transcurrido casi un año de ese lamentable suceso. Casi un año y nada. Nada de nada.

Nada que no sea la afirmación de un empleado del Gobierno Estatal que precisa que los padres de Guadalupe recibieron una “ayuda económica” a cambio de no continuar con sus reclamos y sus denuncias.

Una afirmación que, de resultar cierta, daría paso a otra irregularidad.

Y es que no desapareció un objeto cualquiera. Por supuesto que no.

Desapareció el cadáver de una recién nacida. De ese tamaño.

El próximo 25 de agosto Guadalupe estuviera cumpliendo un año de edad. Pero no, falleció horas después.

A fines de este mes, los padres de Guadalupe estarían contemplando visitarla en el cementerio. Pero no, no saben donde quedó su cuerpo.

Alfredo Mendoza Rodríguez. El autor es periodista y sociólogo.
 
 

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