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Deportistas olímpicas mexicanas atacadas por su físico

En serio… hablemos de estereotipos de género

  
Nota publicada el 17 de agosto de 2016
por Rocío Linares

Desde hace unos días hemos estado siendo testigos de los juegos olímpicos celebrados en Rio de Janeiro, mismos que por sí solos han levantado revuelo tanto por la situación política de la sede y la presencia en ella del virus del Zika como por los deportistas que no dejaron competir por (supuesto) dopaje, entre otras cosas.

Los ojos del mundo se posan sobre los y las deportistas que pasan por un proceso de selección muy duro para llegar hasta los juegos olímpicos, especialmente si son de nuestro país de origen.

Es notable que las críticas más duras por parte de sus propios compatriotas en esta ocasión se las está llevando la gimnasta Alexa Moreno, nacida en Mexicali el 8 de agosto de 1994, quien se ha destacado en competencias de su disciplina en diferentes partes del mundo tales como Escocia, Centroamérica, China, Rusia, Bélgica, Japón y Australia. Eso sin mencionar que para calificar para estos Juegos Olímpicos Rio 2016 tuvo que pasar por situaciones como: que hay un máximo de dos plazas disponibles en cada prueba individual por país, por tanto los criterios de selección son muy exigentes y una serie de eventos de eliminatoria para elegir a los deportistas; se requiere entrenamiento previo a la competencia de años que implica dieta, ejercicio, descanso y en general algo de sacrificio que muchas personas prefieren no hacer; toda la situación interna de las instituciones del país implicadas en su participación, como por ejemplo la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE), que bien se sabe que apoyan poco o nada los y las deportistas para facilitar su participación o traslado a los eventos propios de su disciplina.

Con todo esto y la implicación innegable que Alexa Moreno es la mejor gimnasta del país en este momento y por tanto compitió en las Olimpiadas a pesar de todas las dificultades, en la crítica hacia ella se le reduce a una palabra: GORDA.

Claro que las redes sociales y artistas que le apoyan han hecho un buen contraste honrando las curvas de nuestra paisana y devolviendo la fe en el criterio humano al respecto de su figura.

Desde luego esta no es una historia aislada. Ana Gabriela Guevara Espinoza es una ex-atleta mexicana que ganó un campeonato mundial en Paris en 2003 y trajo la medalla de plata de atletismo a nuestro país en las Olimpiadas de Atenas 2004, eso sin mencionar que participó destacadamente en competencias llevadas a cabo en países como El Salvador, España, entre otros. A pesar de haber ganado o haberse destacado positivamente en su disciplina, no se salvó de ser criticada por una razón: le parecía FEA a muchas personas, diciendo incluso que PARECIA HOMBRE y argumentos alrededor de eso que no tenían nada que ver con las razones por las que destacó como deportista.

Una historia similar sucedió con la deportista especialista en halterofilia y ganadora de la medalla de oro en su disciplina en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, convirtiéndose en la primera mujer mexicana en tener ese logro. Lo que se escuchaba por la época era similar al comentario anterior: FEA y MASCULINA (como si ser masculina tuviera algo de malo en todo caso).

Obviamente podemos encontrar muchos ejemplos de esto dentro y fuera de los deportes olímpicos ahora en boga. Mujeres notables por sus aportaciones académicas, políticas, altruistas, etc., que terminan siendo señaladas e incluso conocidas más por su apego o desapego a los estereotipos de género.

Estos son resultado de conclusiones totalizadoras y reduccionistas de lo que deben ser los hombres o las mujeres. Son parte de la estructura que nos acompaña a conocer el mundo, y sin embargo pareciera que necesitamos meter a todo mundo en un molde de fácil reducción para volverlo objeto y poder despreciarlo o desearlo desde ello, pero no admirarlo o de verdad dimensionar u observar a las personas en todo su esplendor y oscuridad, completos y no por una etiqueta.

Es por eso que insisto en que dominar una técnica sexual no será nunca suficiente si no cuestionamos el cómo decidimos pensar sobre nuestros semejantes, pues solo así estaremos un paso más cerca de realmente conocerles y por tanto de amarles.

Aclaro que no digo con esto que estas tres deportistas o cualquier persona deberían de ser de su total agrado. La idea es que no reduzcamos a la gente a una etiqueta discriminadora por fuerza, sin importar si es positiva o negativa. Esto nos hace perdernos de más experiencias de las que podemos darnos cuenta.

Si las mujeres podemos ser vistas por algo más que nuestra fea o bonita silueta, estaremos en un mundo mejor para la libre expresión de la sexualidad. Más que si tuviéramos la libertad legal de tener relaciones sexuales en lugares públicos.

Rocío Linares. Licenciada en Psicología UABC. Maestra en Sexología Educativa, Sensibilización y Manejo de Grupos IMESEX. rociolj84@gmail.com
 
 

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