El pasado 19 de octubre se conmemoró el Día Internacional Contra el Cáncer de Mama, en el que cada año la Organización Mundial de la Salud hace énfasis en la constante campaña para invitar a las mujeres a hacerse sus estudios correspondientes según edad e historial de salud para poder detectar a tiempo este mal, dado que en México se diagnostican alrededor de 23 mil casos al año y se estima que mueren poco más de 5 mil. Según el Instituto Nacional de Salud Pública, el cáncer de mama es el que más mujeres mata en el país y también es uno de los más tratables si se detecta a tiempo.
Además de la mamografía o el ultrasonido mamario, es importante que las mujeres sean educadas en cuanto a ciertos hábitos dado que fumar, tomar y consumir cantidades excesivas de grasa las ponen en mayor predisposición de llegar a desarrollar cáncer, y con mayor razón si en su historial familiar ha habido alguna otra mujer que ha tenido la enfermedad. Aparte están otras formas de prevención como el comer alimentos ricos en fibra, hacerse la autoexploración mamaria, evitar el sedentarismo y el sobrepeso, entre otras cosas para las que también tendríamos que revisar las situaciones emocionales, laborales y económicas de las personas.
Todas estas acciones están encaminadas a promover la salud de las mujeres y a disminuir la mortalidad por causas que son bastante prevenibles si se detectan a tiempo.
Ese mismo día también se denominó como “miércoles negro” y se convocó a marchas y eventos de manifestación en contra de los transfeminicidios recientemente acontecidos. Curiosamente, las acciones contra la violencia hacia las mujeres tanto cis como trans frecuentemente son invisibilizadas, trivializadas o se menciona que las personas activistas están exagerando.
La cuestión es que aunque existen campañas de salud que van en pro de la salud y los derechos de la mujer, y también manifestaciones contra la violencia hacia ellas, tenemos todavía mucho camino por recorrer en el entendimiento de lo que sucede tanto en la mente como en el cuerpo de las personas que sufren violencia de cualquier tipo, incluyendo la estructural que abarca la conformación patriarcal que mal-incluye lo femenino dentro de lo masculino en el idioma y en las costumbres cuando esto no siempre opera fuera de la justificación práctica. A eso hay que agregarle la conformación del género como constructo social que dice que la mujer tiene prohibida la expresión de ciertas emociones o la vivencia de ciertas experiencias, lo cual se refleja tarde o temprano en la salud corporal y mental: El cuerpo grita lo que la boca calla y llora lo que los ojos no pueden.
Es entonces nada raro que las mujeres tengamos entre nuestras primeras causas de muerte los cánceres femeninos: el de mama y el cérvico-uterino... Las mujeres luchamos por y contra nuestro ser mujer al mismo tiempo (porque ser mujer es bello pero también "inferior" desde el patriarcado), y esto se ve reflejado en problemáticas de salud pública que se vuelven sospechosas epidemias que desde luego tienen que ver con el cuidado de nuestro cuerpo (y llegado el momento, el tratamiento médico adecuado), pero también con el de nuestro procesamiento psicológico y social del ser mujeres. Al final de cuentas el cáncer es, además de un crecimiento anormal de células cancerígenas que necesita un tratamiento médico, una manifestación de sentimientos fuertes largamente reprimidos que también necesita apoyo psicológico.
Curiosamente veo en terapia a mujeres con fuertes problemas de autoestima, que llegan con las hormonas enloquecidas, ovario poliquístico, acné, incluso trastornos alimenticios... y también atestiguo cómo al reconciliarse con su ser mujer, médula de su identidad, dejan de envenenarse desde dentro con enfermedades que potencialmente podrían terminar matándolas...
Ambos temas están relacionados porque además de que se trata de aspectos relativos al bienestar y la preservación de la vida de las mujeres, en el hecho de que ambos estriban en diferentes formas en la consecución de la salud sexual de este grupo. Recordemos que la salud sexual es un estado de bienestar físico, psicológico y social relacionado con la sexualidad, y desde luego mantenernos vivas y sanas previniendo el cáncer y sensibilizar a las personas acerca de la transfobia y sus consecuencias últimas, son principios que hay que continuar aplicando para que la muerte nos encuentre en situaciones más justas.