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Los huevos de Felipe Calderón y otras falacias

Su resultado: Entre 60 y 80 nuevos cárteles

  
Nota publicada el 24 de marzo de 2017
por Ramiro Padilla Atondo

Hay un mantra que se repite después de la desastrosa y auto proclamada guerra de Calderón contra los cárteles. Que fue el único que tuvo los “huevos” para enfrentarlos. Hoy se sabe a ciencia cierta, que ayudado por el PRI se robó la elección; esto es, un tipo que se roba una elección de repente decide legitimarse tirando palos de ciego. Lo anterior está bastante documentado. No va por allí mi reflexión.

Los países latinoamericanos vamos dando bandazos por la historia recurriendo al hombre fuerte. Ejemplos hay muchos. Desde las dictaduras en los países sudamericanos y centroamericanos hasta el resurgimiento del populismo con gobiernos de izquierda, cuyo caso más emblemático en los últimos tiempos ha sido Hugo Chávez, non plus ultra del hombre fuerte moderno.

Esta idea de la necesidad de un hombre fuerte es parte ya de nuestra cultura, al igual que la fragilidad de nuestras instituciones. Pero ser hombre fuerte en México ha caído en desuso. Se tiene un sistema que empezó su desmantelamiento con la presidencia de Fox. Y esta no es una tendencia puramente nacional. Moisés Nahím lo explicaría de manera amplia en su libro El fin del poder. No se puede ejercer el poder como antaño simplemente porque no existen las condiciones.

Vayamos un poco más atrás. La guerra podía costarle la vida a un rey, pues este encabezaba sus ejércitos. Su suerte estaba aparejada a su habilidad para el combate. Felipe Calderón pudo declarar una guerra contra el narco ignorando las condiciones en las que esta se daría, sentado en la comodidad de un escritorio, rodeado del Estado mayor presidencial.

Y eso no es ningún acto de valentía. Yo al contrario, pienso que es un acto de pura cobardía. Es cierto que un presidente tiene que ver por el interés nacional, yo aquí me pregunto, ¿Estaba en el mejor interés de la nación decretar un baño de sangre?

Los números no mienten. Más de 150 mil muertos costó su arrebato. Calderón debería ser juzgado como un criminal de guerra, no aplaudido a donde va. De manera curiosa ahora pretende que su esposa siga sus pasos. Somos un país que no destaca por su creación de estadistas. La inmensa mayoría de los que se dedican a la política son de una mediocridad conmovedora, diría Federico Campbell en su libro La invención del poder.

Las soluciones fáciles y cortoplacistas han sido una constante en todos los gobiernos. Se llega queriendo desmantelar lo que hizo el antecesor.

La valentía política va por otro lado. Las decisiones viscerales tienen que estar necesariamente divorciadas del ejercicio del poder. Porque es precisamente el ejercicio de este el que se tiene que actuar con el mayor cuidado. Cada decisión puede alterar de manera drástica la vida de millones de personas como ha sido ampliamente documentado.

Calderón pasará a la historia como el presidente del empleo, fue en su sexenio en el que decenas de miles de nuevos sicarios consiguieron chamba en la industria de mayor expansión gracias a sus estupideces.

Entre 60 y 80 nuevos carteles surgieron.

No. Felipe Calderón no tuvo ningunos huevos. Felipe Calderón pertenece al basurero de la historia. Y el mundo camina en otra dirección.

Si no hay una guerra abierta en Estados Unidos es porque el gobierno ha aprendido a administrar el problema de las drogas. Si es imposible que dejen de circular las drogas en las cárceles de alta seguridad, ahora imagínense en las calles. El pragmatismo norteamericano va por otro lado. La violencia se controla en mayor medida porque son otros los principios. Antes de la guerra de Calderón el país gozaba de los índices delictivos más bajos de su historia.

Si usted defiende las agallas de Calderón pero no puede ni caminar en su vecindario, es porque de alguna manera la guerra ya le llegó. Y tardará en irse. Porque el daño que hace un idiota con un cargo tan elevado puede ser incuantificable.

Libros recomendados:

Los saldos del narco. Jorge Castañeda y Rubén Aguilar (punto de lectura)

El cartel del pacífico. Diego Osorno

El fin del poder. Moisés Nahím

La invención del poder. Federico Campbell

Terrorismo mediático. Carlos Fazio

Entre 60 y 80 nuevos carteles surgieron. Diario ABC, España.:

Ramiro Padilla Atondo. Escritor
 
 

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