Para comprender el presente, hay que conocer y aceptar el pasado. Quien no mira atrás difícilmente entenderá el presente. Y no podrá construir su futuro.
En 1897 los resultados de la publicidad favorecían el incremento de los ingresos de las fábricas y comercios, inició con ello la publicidad de las destilerías y envasado de vinos y licores. Una de ellas fue la Refinería de Alcoholes y Fábrica de Licores ¨Casa Colorada¨ fundada en 1885 y registrada en boletín oficial de la propiedad intelectual e industrial.
El periódico el ¨Mundo Ilustrado¨ fue uno de los primeros medios de prensa impresa que empezó a vender páginas completas para promover la la venta de los vinos y licores fabricados en México como ¨La Casa Colorada.
Este negocio se encontraba al extremo del paseo de la Reforma, frente al Castillo de Chapultepec.
Se ubicaba junto a un alegre caserío pintado de blanco y rodeado de viejos álamos, cuyo aspecto le daba más el parecido a un palacio campestre que a un recinto industrial.
Ahí se encontraba la gran refinería de alcoholes de los señores sucesores de P. Gutiérrez conocida en México y a nivel internacional como ¨La Casa Colorada.
El edificio databa de 1795; lo hizo construir el Corregidor Alfaro para casa de recreo y se renovó totalmente para usos industriales en 1885.
Durante la guerra con los Estados Unidos, durante el sitio del Castillo de Chapultepec dicho edificio fue convertido en hospital de sangre y al abrigo de sus muros se firmaron los primeros Acuerdos de Paz de la nueva nación independiente.
Contaba con un bien montada carpintería, con sierras, cepilladoras y otras máquinas para hacer envases, una tonelería que permitía construir 50 barriles diariamente, instalación eléctrica 60 lámparas de 16 bujías, y muchos otros adelantos de la época.
Sus productos eran muy variados, Coñacs, Rones, ginebra, vinos de membrillo y naranja, Vermont tipo francés o italiano.
Ellos editaron uno de los primeros catálogos en 1898 con valiosos consejos para el comprador y consumidor así como la edad de los caldos que producían.
La entrada a esta hermosa fábrica era libre y a ninguna persona que solicitara visitar la fábrica se le negaba la entrada; entregándoles una tarjeta para que sirviera de presentación en el establecimiento donde los empleados atendían cortésmente a los visitantes.