Aquello de que “tú difama que algo queda” parece ser la consigna de quienes soportan la campaña mediática y de linchamiento publico en contra del titular de la anterior administración municipal, Gilberto Hirata Chico.
Y sí, se trata de una estrategia- Orquestada, premeditada y con objetivos bien específicos. Con funciones y roles definidos; con tiempos y rutas trazadas.
Y conste que no cuestiono el contenido de las acusaciones. No las cuestiono porque ignoro si son ciertas o falsas. Vamos no puedo rechazar ni validar algo que a la fecha solo se ha sustentado en declaraciones verbales.
Solo en eso.
Se habla de pruebas y más pruebas de supuestos desvíos millonarios en los que participó el ex alcalde. Pero solo se habla. A la fecha ni una sola prueba documental se ha exhibido. Ni una sola.
Lo correcto, lo apropiado, lo honesto, es acumular todas las pruebas documentales que soporten las irregularidades que se presumen y presentar luego las denuncias ante las instancias correspondientes.
Y luego, porque esa es la ruta correcta, esperar que sean las instancias apropiadas quienes determinen si hay o no responsabilidad y, en caso de existir, aplicar las sanciones que correspondan.
Pero no. Aquí la instrucción fue otra.
Salir a vender desvíos millonarios y a crucificar ante la opinión pública a manera de juicio sumario, a quien despachó como alcalde en la administración próxima pasada.
Sabedores pues que ante la sociedad y sin que esto signifique demeritar la capacidad intelectual de sus ciudadanos, denostar el trabajo de un gobernante es una tarea relativamente sencilla.
Desviar recursos públicos para muchos ciudadanos es sinónimo de robar. Y como robar parece ir de la mano de los políticos, la difamación se convierte en una estrategia muy socorrida.
De ahí que independientemente de lo que determinen las autoridades judiciales o fiscalizadoras, si es que se interponen las denuncias tan llevadas y traídas, para muchos ensenadenses Gilberto Hirata Chico se robó cientos de millones de pesos del erario público.
Insisto, si ocurrió la comisión de irregularidades en el manejo y destino de los recursos públicos en la pasada administración municipal, los responsables deben ser sancionados.
Pero quien sanciona o exonera, paradójicamente, aún no cuenta con los expedientes y dentro de ellos el cúmulo de pruebas documentales que a decir de los detractores de Hirata, dan cuenta del desvío de cientos de millones de pesos en que aseguran se involucró.
Curiosamente los principales interesados en pisotear la imagen y gestión del ex munícipe ensenadense, son los mismos que ya vivieron en carne propia el escarnio público y que hoy cínicamente enarbolan la bandera de la honestidad.
Aquello de que todos somos inocentes hasta que no se demuestre lo contrario, no incluye a los políticos.
Para ellos con un poquito de difamación basta y sobra.