Las repercusiones sociales de la globalización en los grupos étnicos son diversas y por lo general negativas, entre ellas están la pérdida de su lengua materna, de sus tradiciones y de sus costumbres. Esta región no es la excepción, los asentamientos de los Cochimíes, Cucapás, Kumiai, Paipai y Kiliwas que brotan de la raíz yumanos desde hace 3 000 años, y son quienes introdujeron la agricultura a la península, hoy están viviendo un etnosuicidio como lo sustenta Carlos Lazcano en un artículo publicado en México Desconocido, “Los kiliwa son uno de los pocos grupos indígenas bajacalifornianos que aún sobrevive, pero su extinción es inminente. Son menos de 100 y han perdido casi todos sus rasgos culturales y tradiciones”.
Gastronómicamente, la cocina de los Kiliwa se asemeja mucho a la de los antiguos nómadas recolectores-cazadores; cuentan con una fuente de proteína producto de la cacería: venado, coyote, gato montés y conejo, y también de animales domesticados como la chiva y el borrego. Por las características de la zona donde se ubican, la mayoría de los ingredientes son recolectados, piñones, miel de abeja silvestre y la bellota de los encinos. A pesar del clima y la escasez de agua, lograron cultivar limitativamente maíz y frijol, así como calabaza estrella, zanahorias y algunos árboles frutales como limón, manzana, ciruelo, sandía, chabacano, durazno e higo.
Espero pronto podamos volver a saborear atole de bellota, taco de quiotes asadas, atole de maíz con frijol, guiso de biznaga, agua fresca de palmilla, cacomites en pozo, costilla de venado, pozol, conejo a las brasas o en guisado, ya sea preparados por sus descendientes o por algunos de nosotros en honor a los Kiliwa.