Decidimos recorrer la zona histórica que bordea los límites de Baja California Sur con nuestro estado.
Después de haber viajado por la descompuesta y mal mantenida Carretera Transpeninsular, especialmente el tramo entre San Quintín y Punta Prieta , llegamos ya entrada la tarde a Guerreo Negro.
Por la mañana nos dirigimos a El Arco, un pueblo casi fantasma, posiblemente una o dos familias aun residen permanentemente. En seguida unos cuantos kilómetros al norte visitamos Pozo Alemán, pueblo fantasma, deshabitado, con las pocas construcciones aun en pie en estado de protección. Se respira la historia minera de fines de 1800 y principios de 1900.
Siguiendo la brecha con dirección al oriente, sin querer pasamos de largo nuestro destino: Mesa del Carmen. Para nuestro beneplácito encontramos el Rancho Piedra Blanca, propiedad de José Alberto Villavicencio Ojeda y su esposa Guadalupe Gaxiola García, quienes con sus dos hijos varones y su hijita nos recibieron muy amablemente.
Gentilmente nos mostraron sus instalaciones y las facilidades que tienen en servicio para visitante, (cabañas, restaurant, teléfono e internet).
Después de retomar el camino correcto llegamos a Mesa del Carmen, donde se encuentran, quizás, las mejores pinturas rupestres de gran mural del estado de Baja California. Se encuentran subiendo una vereda de poca dificultad para gente joven y de media dificultad para los demás. Este lugar no está escondido y su ubicación es de fácil localización. Lo encontramos absolutamente limpio, tanto la zona donde dejamos el vehículo y que se usa con frecuencia para acampar o preparar alimentos, como la vereda en sí y el área de las pinturas. Estas maravillosas pinturas elaboradas hace varios miles de años, conservan sus colores y sus trazos con significados misteriosos. Se pueden notar cuatro mujeres y cuatro hombres y dos chamanes. Algunas de sus manos con 6 dedos.
Hay mucho que se desconoce sobre estas pinturas y sus autores.
Después de pasar un buen rato admirando el inmenso panorama lleno de grandes sahuaros, yucas, cardones, pitahayas, biznagas, y demás, iniciamos el descenso y nuestro retorno a Guerrero Negro para descansar después de haber disfrutado inmensamente de la riqueza histórica, cultural y visual de nuestra BAJA CALIFORNIA.