Para comprender el presente, hay que conocer y aceptar el pasado. Quien no mira atrás difícilmente entenderá el presente. Y no podrá construir su futuro.
En 1899 los anuncios impresos buscaban transmitir significados y se les agregaba la descripción más amplia posible donde al futuro consumidor se le convencía que era el producto que necesitaba y satisfacía sus necesidades.
Así podía llegar la publicidad a grandes distancias abarcando un mayor grupo social que comprara el producto y que además lo recomendaría como experto pues había leído la información necesaria para conocerlo.
La zarzaparrilla del doctor Ayer en esta época empezó a utilizar constancias de pacientes satisfechas con dirección en el extranjero para lograr la atención de las élites sociales de la época porfirista.
¨Por años, en toda la primavera he padecido dolores de cabeza inaguantables, acompañado de falta de actividad; de modo que la estación a que no anhelaba ver llegar por mí temida la primavera, porque a medida que se presentaba el tiempo caliente y agradable sentía cansancio y dolor.
En cuanto empecé a tomar el medicamento del doctor Ayer atiendo todos mis quehaceres con energía¨.
Los anuncios de instrumentos médicos se empezaron a publicitar sobre todo los fabricados en México respaldados por fabricantes americanos y europeos como los de la Compañía Manufacturera Dental Mexicana.
Productos herbolarios como el CURE fabricado en Rochester New York U.S.A que servía para problemas del hígado y riñones. Los productos Warner ´s Safe Cure decía que su producto era un suplemento alimenticio y es restaurador para remediar las múltiples dolencias causadas por los riñones hígado y los órganos urinarios .
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