He publicado la breve reseña de mis experiencias que compartí al acompañar al General Lázaro Cárdenas por unos días en 1967, aquí en Ensenada, entre las cuales relaté la visita que hicimos al exterior de la casa del Sr. Salazar en la calle Catorce de este puerto. Don Lázaro me comentaba que en 1942 tuvo la oportunidad de radicar por un tiempo en dicha casa y que había plantado un árbol, al que se refirió como su “hijo Ensenadense”. El árbol en cuestión tendría unos 25 años, estaba a la vista y era un “pino”. Hoy el árbol Araucaria es el más alto de Ensenada aunque no el más antiguo.
A consecuencia de tal reseña he recibido algunos comentarios al respecto, por lo que estoy sumamente agradecido.
En esta entrega quiero referirme específicamente a uno en particular. Recibí una solicitud vía correo electrónico para que me comunicara telefónicamente con la Sra. Paquita de Salazar. Puntualmente cometí el encargo y después de identificarme con la estimada Paquita me hizo algunas observaciones que a continuación detallo.
Me refirió que su esposo, Don Héctor Salazar adquirió la propiedad en los finales de los años 30s y que él le describía a ella, algunos años después, como recordaba con detalle cuando en 1942, el General Cárdenas había sembrado dos olivos, los cuales a ella le toco conocer. Dijo que uno de ellos fue derribado y hecho leña, mientras el otro sobrevivió bastante tiempo, hasta que debido a una nueva construcción fue talado también.
Es posible ver que dos historias que se contraponen cuando podrían ser complementarias. Finalmente, ¿cuántos árboles no narrados habrá plantado el general Cárdenas durante sus viajes? ¿cuántos pequeños y grandes actos en los treinta años que siguieron a su paso por la presidencia de México?
Los conflictos en la historia no son nada nuevos. Las perspectivas a los hechos ocurridos ya sea que hayan sido presenciados o referidos, el testimonio personal o transmitido va teniendo variantes y apreciaciones diferentes. Desde tiempo inmemorial el recuento del pasado se ha encontrado y enfrentado, algunas veces, con relatos con una misma raíz pero con distinta narrativa. La interpretación de la repetición de la herencia oral va sufriendo transformaciones incidentales, accidentales o premeditadas.