Como parte del trabajo que hacemos en la prevención del abuso sexual infantil, cabe tratar de entender las acciones y conductas que tienen los adultos para ganarse la confianza y amistad de un(a) menor de edad y poder así abusar sexualmente de él o ella. Aunque estos comportamientos son conocidos entre los especialistas y la población en general al menos de manera superficial o estereotipada desde hace ya tiempo, en últimas fechas se han concentrado en el anglicismo “grooming” que de manera literal se traduce como “acicalando” y se distingue del acicalado de animales anteponiendo la palabra “child” que significa niño o niña indistintamente o la palabra internet para referirnos a cuando esto sucede por esta vía con ellos.

El internet grooming es un proceso de manipulación y seducción hacia la niña o el niño que pasa por diferentes fases que varían en su duración según las circunstancias.

Lo primero es elaborar lazos de amistad con la persona blanco, y esto puede suceder con personas que conviven directamente con el/la menor como en otros tipos de violencia sexual, pero a partir de la accesibilidad del internet tanto para los abusadores como para los niños, es cada vez más común el internet grooming, donde incluso siendo desconocidos pueden simular ser otro niño o niña y ganarse así los afectos de su blanco.

La idea de esto es obtener datos personales y de contacto tanto del menor como de sus familiares para poder provocar, amenazar o enviar imágenes con contenido pornográfico para luego pedirle que se desnude y/o realice actos sexuales que se transmiten vía electrónica a través de fotos o videos, cuestión que generalmente no queda ahí y como todo ciclo de violencia se repite en escalada y posteriormente se chantajea a la víctima para obtener cada vez más material o llegar a tener un encuentro físico y ya no solo por vía electrónica.

Ante este fenómeno se han erigido leyes que condenan este tipo de abuso que no existía antes del internet comercial y el acceso del celular inteligente.

También alrededor del mundo se han hecho campañas de concientización para padres, niños, niñas y adolescentes respecto a la delicadeza y peligrosidad de compartir datos personales o fotografías innecesariamente en diferentes sitios y redes sociales que han tenido cierto impacto pero no han logrado erradicar el fenómeno.

Para esto sería vital trabajar desde quienes son abusadores en potencia, ya que no hay que olvidar que se trata de una persona también y que probablemente necesita ayuda desde mucho antes que cometiera un abuso, lo cual lo explica pero desde luego no lo justifica y se requiere también intervenir en la prevención desde ellos, y rara vez buscan ayuda por la gran cantidad de estigmas que hay alrededor del tema, cosa con la que no cualquier personal de salud puede lidiar.

Dentro de los protocolos que en general se recomiendan para evitar el internet grooming están: evitar compartir datos personales, información o imágenes comprometedoras en cualquier medio electrónico, es decir, guardar la prudencia además con las fotos donde los niños o niñas están con sus familias y/o uniformados; evitar el robo de datos electrónicos, para lo cual es importante mantener la privacidad de nuestras contraseñas tanto de aparatos como de cuentas en sitios web; inculcar la privacidad de la información familiar y los comportamientos íntimos.

Si el acoso ha empezado ya, la idea es evitar ceder ante el chantaje y pase lo que pase NO compartir nada de lo que se solicita, ya que posteriormente aunque no se diga al inicio, se seguirán solicitando cosas cada vez más comprometedoras; también es necesario pedir ayuda a una persona adulta de confianza, ya que se trata de una situación de estrés emocional importante y se requiere para tomar las decisiones adecuadas la contención correcta.

Si es necesario el enfrentamiento legal, la idea primero es recabar toda la evidencia que se pueda como tomas de pantalla o conversaciones que hayan existido entre la víctima y el agresor para recibir la asesoría jurídica respecto a lo que puede ser probado y lo que no.