Para comprender el presente, hay que conocer y aceptar el pasado. Quien no mira atrás difícilmente entenderá el presente. Y no podrá construir su futuro.
Los impresos publicitarios de fines del siglo XIX y principios del XX, nos muestran que las necesidades de los habitantes y los satisfactores a ellas no son diferentes de lo que hoy nos ofertan en el principio del siglo XXI.
Productos similares y el mismo procedimiento de anuncios para convencer a los compradores, de que los artículos ofertados son los mejores y tratan de demostrar que lo importado es mejor que lo fabricado a nivel nacional.
Lo que más impacta es la creencia en los remedios milagrosos por medio de la magia y la brujería que tanto en el siglo XIX como ahora sigue teniendo relevancia.
En los anuncios de pasta dentífrica se anunciaba como brujería los dientes blancos, la Pasta Oriental ¨ podía blanquear, curar dolor de muelas era hecha totalmente de plantas mexicanas y su patente era compartida en Estados Unidos y México el precio de esta maravilla era de solo $ 1.00 peso.¨
Se empezaron a anunciar los productos para niños pequeños, desde seis meses para ayudar a la formación de los huesos, este producto era la Fosfatina Falieres, fabricado en Paris 6, Avenue Victoria y de venta en todas las farmacias.
La cura de Warner recetada a mujeres que estaban cansadas, débiles, aburridas, y que con esta “medicina” habían sido hechas fuertes, vivas y dichosas por medio de su ayuda, mujeres que se sintieron melancólicas han vuelto a ser alegres.
Las píldoras del doctor Schindlehir/ Barnay quien vendía este remedio que curaban todos los problemas de obesidad y cuyo creador se proclamaba consejero imperial.
El restaurador universal del cabello preparado por el doctor Torrel de Paris, que impedía la caída del pelo, evita las canas y limpia la cabeza con venta en droguerías y perfumerías.
Además se anunciaban como ahora los remates por cambios de dirección como sucedió con la empresa Américan Furniture Manufacturin Co. Que en 1900 anunciaba muebles ingleses y tapetes japoneses a bajos precios por cambio de local, lo que nos da una idea del comercio internacional que se sostenía en la ciudad de México para satisfacer las necesidades de los habitantes.