¿Qué mensajes se mandan a la sociedad cuando de medio centenar de homicidios violentos ocurridos tan solo en el Valle de San Quintín, las autoridades no han capturado a uno solo de los criminales?
¿Qué mensajes se mandan a los residentes de la zona urbana de este municipio, cuando de todos los asesinatos registrados en lo que va del año apenas si se ha logrado la captura de un par de presuntos responsables?
¿Qué mensajes se mandan a los ensenadenses que viven a diario el incremento en los delitos relacionados con el robo de vehículos, a negocios y en casas habitación, y que sostienen que el denunciar solo representa una pérdida de tiempo?
El mensaje para la mayoría de los ciudadanos es que estamos inmersos en un clima de inseguridad nunca antes visto y que cualquiera, sí, cualquiera estamos expuestos a convertirnos en víctimas de la delincuencia en cualquier momento.
El mensaje para todos, porque no creo que exista alguien que suponga lo contrario, es que las autoridades están reprobadas en materia de combate a la delincuencia y ni que decir en su responsabilidad preventiva.
El mensaje, pues, es que estamos indefensos, acechados, sometidos.
Y una sociedad que se siente así difícilmente se abre a la participación, a la contribución, al levantamiento de trincheras que detengan el avance de los delincuentes.
El “cuidarme” se impone al “cuidarnos”. Los ciudadanos nos aislamos, nos encerramos, nos enclaustramos en ese intento por proteger lo propio; los demás que se cuiden solos.
Y ese actuar en aislamiento, en solitario, es lo que nos convierte en una sociedad endeble, frágil y sumisa.
Los mensajes entonces se vuelven contundentes. Contundentes y escalofriantes. Vienen tiempos más complicados.
Los tres niveles de gobierno parecen resignados y sumisos ante las manifestaciones cruentas de la delincuencia organizada que, así lo presumíamos, estaba muy distante de dirimir sus diferencias en territorio ensenadense.
El gobierno imposibilitado de ser efectivo en lo preventivo se justifica con argumentos que a pocos convencen. “Se están disputando el mercado, el territorio, las rutas”- Sostienen. Y
sí, posiblemente sí. Pero salir con esas explicaciones no le regresa la tranquilidad ni la confianza a los ciudadanos.
A diario la autoridad exhorta a la presentación de la denuncia ciudadana, al no quedarnos callados. Lo que no advierte esa misma autoridad es que interponer una denuncia se convierte en un proceso tortuoso, desgastante, más ahora con la puesta en marcha del Nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio.
Así lamentablemente no se puede.
Apenas hace unos días cuatro hombres fueron ultimados a tiros a escasos metros de la carretera Transpeninsular. Los criminales ni siquiera se refugiaron en un sitio distante de la transitada vía para cometer el asesinato múltiple. No. Lo cometieron allí en ese punto tan visto como una clara advertencia de lo que son capaces.
A decir de agentes policiacos adscritos en la región sur del municipio, combatir a los delincuentes que operan en poblados del Valle de San Quintín sería lo mismo que suicidarse. En número de elementos y en armamento están en notoria desventaja.
Por si fuera poco la delincuencia organizada tiene bien ubicados e identificados a los agentes policiacos comisionados en las distintas delegaciones municipales asentadas en la zona sur.
Y sí, les asiste demasiada razón. Los policías son visibles mientras que los delincuentes se mimetizan, se mezclan entre los residentes para fraguar sus atentados.
De acuerdo a ex funcionarios de la PGJE, lo que se ocupa tanto en la zona urbana de Ensenada como en el Valle de San Quintín es la presencia de fuerzas especiales que procedan de otros municipios para desarticular a los grupos delictivos que, como argumentan las autoridades, se disputan la plaza.
Y en el caso de los llamados delitos “menores”, lo que se ocupa es regresarle a la Policía Ministerial su carácter de investigadora. Antes había trabajo de investigación, hoy los ministeriales son utilizados como notificadores, explicaron.
Los ciudadanos, no hay de otra, ocupan de autoridades que en los hechos cumplan con sus obligaciones y no que se escuden en la justificación. Cuando ésto ocurra la sociedad establecerá ese frente común que se requiere para frenar el avance de la delincuencia organizada y sus cruentas manifestaciones.
En tanto, los mensajes que se reciben solo alimentan la preocupación, el miedo y la desconfianza. Campo fértil para el que delinque.