Rumbo al proceso electoral que se aproxima, los comicios federales del 2018, las reservas feministas que ofrecen los distintos partidos políticos lucen diezmadas. Ni a las dirigencias de los partidos se les ocurrió, o de plano no quisieron destinar posiciones de peso para sus mujeres, ni a estas reclamarlos.
Y no tardan en pagar las consecuencias.
Salvo honrosas excepciones, tanto en el gobierno como en los partidos políticos las mujeres ocupan cargos secundarios. De escasa relevancia. Basta revisar los organigramas para corroborarlo.
Los mandos titulares en las dirigencias estatales de los partidos políticos son ocupados por hombres. En los comités municipales, igual.
En las elecciones locales del 2016, los Partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional no tuvieron empacho en dejar las alcaldías de Tecate y Rosarito para mujeres, en tanto que las de Tijuana, Mexicali y Ensenada fueron etiquetadas para varones. Evidente discriminación.
Y si esto ocurre en los partidos y en el gobierno, en la iniciativa privada no es la excepción.
Cuando menos en este municipio los organismos empresariales son capitaneados por hombres. Estos, como una especie de “club de Toby”, han cerrado el paso a féminas en la búsqueda de posiciones estratégicas. Pero, peor aún, éstas tampoco las reclaman.
Discriminación de ellos y apatía de ellas.
Las mujeres encabezan marchas, se vuelven activistas, dirigen clubes sociales. Pero hasta ahí. Luego los muros, los obstáculos, las trabas; la discriminación. La auto exclusión.
Obligados ahora a respetar la equidad de género al momento de designar candidatos a puestos de elección popular, los partidos políticos empezarán a “pasar agua”, como coloquialmente se dice.
A qué mujeres con posibilidades reales de alcanzar un triunfo en las urnas, con trayectoria partidista y peso en la sociedad, propondrán los partidos en las próximas elecciones?
A qué mujeres que no sean las mismas que figuraron en las boletas de pasados procesos electorales?
En el caso especifico de Ensenada, el PAN parece estar en ventaja respecto a otros partidos políticos. Eloísa Talavera Hernández, Ángela Zepeda Morán, Lizbeth Mata Lozano y Carmen Iñiguez se mantienen vigentes.
Este grupo de mujeres panistas bien podrían ser consideradas para integrar las fórmulas que buscarán espacios en el Senado o la Cámara de Diputados.
Pensar en una candidata externa, ni de chiste.
En el PRI sus mujeres fueron relegadas desde hace muchos años a posiciones secundarias. Nada extraordinario. Una regiduría parece ser el tope.
El PRD, en crisis. La misma crisis que manifiestan otros institutos políticos. Recurrirán seguramente a figuras externas de poco peso electoral y menos penetración social. Resultados nada alentadores en puerta.
Morena tiene en el activismo femenino un banco suficiente de donde echar mano.
La presencia de más mujeres en posiciones estratégicas tanto en el terreno político, gubernamental o de la iniciativa privada, no dependerá solamente de la “buena voluntad” de los caballeros o de las bondades de las legislaciones que enarbolan equidad de género, sino de que tanto las mujeres escalan peldaños soportadas en sus capacidades.
Ahora sí que la decisión está en su terreno.