El Portal de noticias Mientras Tanto en México dio a conocer el día de ayer la noticia de que una adolescente de 14 años fue violada por tres compañeros de escuela en la telesecundaria “Jaime Torres Bodet” en Puebla.
Aunque la agresión fue cometida el 3 de mayo, la joven no había hablado del suceso debido a que fue intimidada entre otros por una maestra que la culpó diciendo que ella había provocado a sus agresores y la cita literal del periódico central menciona que algunas de las palabras de dicha maestra fueron “a la escuela se viene a estudiar no a putear”.
Debido a esto la joven dejó de ir a la escuela, y apenas hace poco tiempo narró los hechos a sus padres, lo cual inició el camino para exigir justicia que los llevó a instancias de DIF y de la Fiscalía General del Estado, instancias en las que además se negaron a ayudar a la joven y su familia hasta que consiguieron el dictamen de violación por parte de un médico legista.
La agresión sucedió durante los ensayos del festival del día de las madres cuando tres alumnos, aprovechando la distracción de los maestros, entraron al salón de clases donde estaba la joven, la tiraron sobre una butaca dejándola inconsciente un momento y cuando recobró el sentido ya uno de los agresores le sujetaba las manos, otro le quitaba la ropa y otro grababa y tomaba fotografías con un celular.
Hubo estudiantes que intentaron detener a los agresores y al no poder entrar al salón, llamaron a los maestros.
Cuando la agresión fue consumada, en lugar de apoyar a la joven se le presionó para que no dijera nada, entre otras, con las palabras citadas más arriba y con el argumento de que “los iba a meter en problemas a ellos y a sus papás, que se acordara de que los papás de los otros jóvenes eran tres y el de ella uno, por ello lo podían hasta matar, además de generar el cierre de la institución”, según la cita textual del Periódico Central.
Por todo esto los padres están exigiendo castigo para los agresores y también para el personal de la telesecundaria que los protegió a ellos y mandó a callar a la joven. Hasta ahora a dichos miembros de la planta docente les dieron el castigo que generalmente se les da dentro del sistema: los cambiaron de plantel.
Como podemos observar hay en todas las acciones y palabras de los agresores implicados, tanto del alumnado como de los docentes, un alto grado de “auto-justificación” que deja ver de forma muy obvia y transparente la cultura de la violación en la que estamos inmersos.
En ella es más importante la protección de los trabajos de los directivos, de los maestros, el prestigio de una institución académica, la supuesta seguridad de los familiares de las personas implicadas que la de la propia joven que fue violentada.
Vivimos en una cultura en la que una provocación es estar solas en un salón de clases, en donde tenemos la culpa por un descuido, por la forma en la que nos vestimos, por una palabra, por un silencio, por lo que sea, pero siempre nosotras. ¿Cuándo se le dará la importancia que tiene en esto a la cultura de la violación, a la prevención desde el punto de vista de los abusadores potenciales o ya consumados? ¿Cuándo se dejará de explicar este tipo de actos desde lo burdo de la provocación? Es obvio que aun habiendo una, y no estoy diciendo que haya habido en esta ni en ningún otro acto similar, quien consuma una agresión de esta naturaleza también tiene forma de decidir lo que hace, y si aun sabiendo que lastima la dignidad y el cuerpo de otra persona continua con lo que está haciendo, estamos haciendo un trabajo muy malo en hablar sobre límites a las generaciones que vienen detrás de nosotros.
Cuando me preguntan cómo hablar de sexualidad con niños pequeños sin meter los temas que implican pudor y vergüenza más para los adultos que para ellos, les digo que antes de hablar de partes del cuerpo, de higiene, de embarazo o de cualquier otro tema, empecemos por abrir canales de comunicación y por modelar e inculcar los sanos límites dentro y fuera del comportamiento sexual. Si hiciéramos esto, estas noticias que cada día abundan más tanto por aumento de sucesos como por aumento de personas que levantan la voz para contar lo sucedido, en una o dos generaciones esto disminuiría considerablemente.
La manera en la que pensamos y ejercemos la sexualidad puede ser educada, desde luego no con pláticas solamente, es un proceso que requiere formación más allá de la información que es más que accesible.